El tiempo aguarda tranquilo


Hace tiempo que el silencio me ha hecho presa y me resguarda.

Está bien. Todo lo que esencia requiere del retiro. La luz tiene su vientre en lo obscuro.

Un tiempo de silencio.

Hoy, quizá días atrás, viendo el reflejo de las gotas de agua que se escurrían entre los dedos y creaban ondas en el negro estanque de dorados brillos, hoy, he vuelto a sentir y recordar a las huellas que dejan aquellos que llamamos amigos (hermanos).

Y el tiempo pasa y estamos cambiando. Las canas adornan nuestras sienes. Algo más de lo esperado agranda nuestra figura. Pasan los cincuenta y pesan... Los más queridos se fueron (no en nuestras almas) pero seguimos.

La vida se convierte en un devenir. Las mochilas se llenan y vacían, pero siempre queda un poso. Y es ahí donde hoy hundo mis manos, seguro de que lo que importa permanece, en resguardo y a la espera.

Sentir la luz en el negro estanque de tibias aguas... la felicidad es un éxtasis eterno que no se atrapa. El instante se desvanece, su presencia continua, y el tiempo queda a resguardo en la obscuridad.

Una amiga inesperada yacía ahí, justo, en el momento en que Ereignis golpeaba el alma.


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