En la Isla de Hegel

Caricias y palabras furtivas rozando la piel de los labios entreabiertos, proximidad íntima.

El hombre de barba exhibe su brazo biónico: artefacto para mostrar y mostrarse; ruleta rusa de tatuajes a demanda, pantallas de plasma y comunicaciones. 

La superficie de cristal proyecta su carne sin alma, hundida, perdida, en el metaverso.

Los templos desnudos, de paredes blancas, asientos blancos, suelos blancos. Iglesias y sacerdocio a promoción en el mercado de abastos. 

Casas barrocas entremezcladas en anchas avenidas con tiendas griegas y cementerios.

Beso inocente, dulce susurro... Nietzsche, quiebra el silencio, abriendo la lejanía, sembrando la distancia, separando los cuerpos.

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