Han (V) - El sistema
Siempre Heidegger –
y un Kant –
pero también un Canetti y un Ende, una antorcha oidora y una
niña que escucha, en La expulsión de lo distinto.
La
aporia requiere de un tiempo bueno y de la comunidad de oyentes. Un
tiempo bueno para que la sucesión infinita, igualadora, se
quiebre. La comunidad de los oyentes para que en la escucha se
haga sitio a la donación. Y juntos, en la cercanía, abran el claro
del acontecer que dé fin a la deriva terrorista.
Terror y
Violencia, Poder y Destrucción, yeguas que tiran del carro
de Diomedes manteniéndolo en loca y acelerada carrera hacia ningún
tiempo y lugar. Y así, todos los inocentes son entregados como alimento. Busca Han un Heracles que ponga término a ello. Arriesga
alternativas: donde hay una seductora diversidad, establece la
irreductible alteridad "reacia a todo
aprovechamiento económico" (p. 19); donde hay una calma
igualatoria –
como la de los cementerios
–, la negativad
de lo incomparable y singular, "la
negatividad del atopos" (p. 20), abrazando a un Sócrates
amante y amado, arquetipo de ese Otro leviniano inalcanzable y
frontera – definidor – de mi ser.
Recorre Hant las líneas
digitales del sistema. Apunta a su resonancia vacía, a su carencia
de corporalidad, a los significantes agotados (pp. 45-47). Poco o
nada puede acontecer en el atronador medio virtual, in-comunicativo,
transparente, destructor de cercanías y carente de mirada. Yace el
hombre embelesado. Ya nada le asombra en su existencia digital. Dejó
de habitar poéticamente la Tierra (p. 51).
«No
hay perdón para el que piensa. Es distinto, peligroso. Debe ser
eliminado.» –
y parpadean.
HAN,
B-C. La expulsión de lo distinto. Trad. Alberto Ciria.
Barcelona: Herder, 2017.
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