Tóxicos

Hay tóxicos
dañinos como el celo.
Inevitables
no se pueden ignorar.
Permanecen ahí, en las sombras
acechando a la alegria,
velando las sonrisas,
cubriendo el rostro
prestos al oscuro,
falso duelo.
Consuman su desahogo
ahogando sus carencias,
llenando de su bilis páncreas
extraños.
Nocivos, ajenos,
muerte y rencor sus dueños.

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