Unamuno y la esperanza: acerca del tiempo
Allí, en su pequeña plaza,
en el corazón entrañable de Bilbao,
sentado en las escaleras,
viendo a la gente pasar,
se siente el tiempo preñado de esperanza de Unamuno. Leemos:
sentado en las escaleras,
viendo a la gente pasar,
se siente el tiempo preñado de esperanza de Unamuno. Leemos:
"El misterio del amor, que lo es del dolor, tiene una forma misteriosa, que es el tiempo. Atamos el ayer al mañana con eslabones de ansia, y no es el ahora, en rigor, otra cosa que el esfuerzo del antes por hacerse después; no es el presente, sino el empeño del pasado por hacerse porvenir. El ahora es un punto que no bien pronunciado se disipa, y, sin embargo, en ese punto está la eternidad toda, sustancia del tiempo."
UNAMUNO, M. Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos, pp. 210-211. Alianza Editorial: Madrid, 2005.
Unamuno, inmortal espíritu de cada hombre,
sale al encuentro buscando, queriendo, creando.
A los pies de Begoña
un busto llora su fuente de anhelo
al hogar de los Santos Juanes,
añoranza de Catedral
consagrada al Dios contra-racional, inalcanzable
que es Verbo, Palabra y sed de Amor,
Dios que habita camino de Ronda — ¿una placa? — hasta San Antón,
sale al encuentro buscando, queriendo, creando.
A los pies de Begoña
un busto llora su fuente de anhelo
al hogar de los Santos Juanes,
añoranza de Catedral
consagrada al Dios contra-racional, inalcanzable
que es Verbo, Palabra y sed de Amor,
Dios que habita camino de Ronda — ¿una placa? — hasta San Antón,
Dios vivo que se siente en las entrañas.
Si Oteiza quebró la roca desnudando el alma eterna,
tú enhebraste la palabra para vestirla de divinidad.
Un Dios de carne y hueso, el tiempo.
¿Un instituto? Un templo.
Si Oteiza quebró la roca desnudando el alma eterna,
tú enhebraste la palabra para vestirla de divinidad.
Un Dios de carne y hueso, el tiempo.
¿Un instituto? Un templo.
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