¿Quién paga la ronda?

Porque alguien debe estar financiando la campaña de los medios. La pandemia es un negocio global que está costando vidas y derechos. Es insufrible prestar la más mínima atención a prensa, radio y televisión (el que quiera saber que consulte la información del WHO). Es injustificable la presencia policial (¿alguien ha reparado en la capacidad de las armas de fuego para derrotar a una enfermedad?). Es increíble la competencia por el espacio público (es un gusto - siempre - pasear por la ciudad querida) Pero, ¿por qué seguimos saliendo a la calle en enero de 2019 con la gripe desbocada? La gripe mata, mucho. Ah, pero hay vacunas... Y cuidado, que ser crítico es alistarse en las filas "negacionistas" (porque la "verdad" tiene sus enemigos). La prueba de resistencia de las sociedades democráticas se está mostrando un verdadero éxito: se rompen. No salimos de esta, no sabemos. Y luego están los "desorientados" (no decimos idiotas; es una palabra con demasiada historia) que confunden la manifestación con el vandalismo (una forma como otra cualquiera de proyectar egos reprimidos a base de vídeo juegos y bebidas azucaradas). Ya no es un virus que no vemos y se supone omnipresente. Es que el sustento de nuestra sociedad - el diálogo, el encuentro, el disenso y el consenso - se ve coartado, aminorado, suprimido o - si se quiere - rebajado a los medios técnicos. Comer con cinco personas más se acabará convirtiendo en delito. Pasear en grupos de seis empezará a tener el rango de manifestación (todavía legales si se solita autorización). Gracias a - ¿a quién? - tenemos la tecnología. No podemos vernos, no podemos tocarnos, no podemos hablarnos, no podremos salir a la calle, y si lo hacemos será por el bienestar económico. "¿De verdad vamos a dejar que se hunda la Campaña de Navidad con la gente encerrada en sus casas un par de meses? ¿Pero no era lo primero la economía?" Eso sí, podremos conectarnos a Internet, y vernos en la pequeña pantalla. Y reducir la existencia a intercambios digitales. El in-mundo avanza y se acelera. Del cambio climático mejor no hablemos. Hay virus para rato. Hoy, primero de noviembre, en Bilbao, 31 grados: Noche de Difuntos, preludio del Día de todos los que no son Santos. Gadamer y Heidegger ya lo vieron venir. Nos faltan oídos para escuchar este ruido sordo. Iñaki ya murió por la neumonía ligada al contagioso animal. Lu pasa un mal rato en su casa, sola. ¿Cuántos más? No se puede confiar tanto en el mito del progreso... ¿Y si no fuéramos capaces de dar con una vacuna? Los problemas que sufrimos son fruto del modelo que seguimos. Cambiar el modelo es el camino. Esperar que "el mañana" lo resuelva es de una ingenuidad tal que mejor no considerarlo. Lu, tranquila, eres fuerte. Lo superarás tú sola. Los demás te seguiremos por Whatsapp, Messenger, Instagram, Teams... hasta que - pronto - nos toque. Dejamos una foto, poco antes del toque de queda - aquellos viejos tiempos de las guerras europeas - que, ¡oh, divinidad! apunta al globo de un Hermes anunciador: «Verum in Terris»

Comentarios

Entradas populares