Cartas desde el azul - Juan Carlos
"Me siento solo" y nos rompiste en pedazos.
Sabías del último agosto, sentías su proximidad... en la que no querías, no podías, tu última comunidad.
Celebraste tu cumpleaños dos, tres veces.
Ahora sólo recuerdos: tus visitas en Fiestas, los toros, los días de verano en La Rioja, los fines de semana de Residencia y Ama Lola...
Sólo los buenos momentos: la red del Colegio Salesiano, la graduación en Psicología, las clases, la compañía de teatro y los musicales de Intxaurrondo...
El cielo llora a sus favoritos. Aldasoro, tu amigo, acompaña y oficia el Inspector.
Sus palabras salen de la profundidad de los años de patio y juegos, de colegio y formación, de compromiso salesiano y labor apostólica: "un hombre bueno, autodidacta, le llamaban Newton, el primero en crear una asignatura de informática solvente", "un hombre de Dios", "un corazón grande como él"...
Nos sentimos desgarrados, amor roto que solo el abrazo recompone.
En el regreso silencio.
La luz se filtra entre las nubes en el atardecer.
Suenan las campanas del cementerio de Logroño.
Isaac y los otros recitan los salmos: el cincuenta, el veintitres...
Cielo estrellado y luna,
María Auxiliadora presente, cubre a su hijo.
Te fuiste junto a los tuyos, bien.
Una vida entre dos familias, siguiendo una vocación temprana.
Estabas predestinado Juan Carlos al sacerdocio.
Tu corazón pertenecía a Dios desde tu primer aliento.
Vuelves ahora al Uno con el Espíritu.
Un Alma grande vela ya por todos nosotros.
Sabías del último agosto, sentías su proximidad... en la que no querías, no podías, tu última comunidad.
Celebraste tu cumpleaños dos, tres veces.
Ahora sólo recuerdos: tus visitas en Fiestas, los toros, los días de verano en La Rioja, los fines de semana de Residencia y Ama Lola...
Sólo los buenos momentos: la red del Colegio Salesiano, la graduación en Psicología, las clases, la compañía de teatro y los musicales de Intxaurrondo...
El cielo llora a sus favoritos. Aldasoro, tu amigo, acompaña y oficia el Inspector.
Sus palabras salen de la profundidad de los años de patio y juegos, de colegio y formación, de compromiso salesiano y labor apostólica: "un hombre bueno, autodidacta, le llamaban Newton, el primero en crear una asignatura de informática solvente", "un hombre de Dios", "un corazón grande como él"...
Nos sentimos desgarrados, amor roto que solo el abrazo recompone.
En el regreso silencio.
La luz se filtra entre las nubes en el atardecer.
Suenan las campanas del cementerio de Logroño.
Isaac y los otros recitan los salmos: el cincuenta, el veintitres...
Cielo estrellado y luna,
María Auxiliadora presente, cubre a su hijo.
Te fuiste junto a los tuyos, bien.
Una vida entre dos familias, siguiendo una vocación temprana.
Estabas predestinado Juan Carlos al sacerdocio.
Tu corazón pertenecía a Dios desde tu primer aliento.
Vuelves ahora al Uno con el Espíritu.
Un Alma grande vela ya por todos nosotros.
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