Personas, trabajo y futuro
Son tres preguntas, que no pueden desvelarse… pero que se
resumen en una: ¿dónde?, ¿dónde estamos hoy? Viendo agostarse la era atómica,
al borde del precipicio y al borde del puente más largo, de mayor desarrollo de
nuestra especie. ¿Superaremos el instinto autodestructivo?, ¿superaremos el
cortoplacismo, la tiranía de la posesión, lo privado?; y si lo hacemos,
¿llegaremos a tiempo de salvaguardar la vida en la Tierra?, ¿seremos dueños
déspotas posesivos o hijos cariñosos de ella?
De los perfiles…
Preguntar por perfiles es ponernos a todos de perfil… No serán
perfiles, serán personas. Plantear que vayan a ser demandados es trasladarnos a
un escenario de necesidad a cubrir, estanterías a llenar, alguien que espera de
alguien que haga algo. Las profesiones
de mañana no tienen nombre hoy. Aparecerán. No es fácil de responder. Es
más fácil aproximarse por lo que no se precisará: allí donde un automatismo con capacidad de reflexión y decisión pueda
intervenir, allí dejará de ser necesaria una inteligencia humana. Ergo
todos los trabajos ligados al intelecto pueden verse no requeridos mañana.
¿Alguien puede imaginar sistemas que dicten sentencias judiciales en base a
interpretación de hechos? ¿Alguien puede imaginarse sistemas que ideen
soluciones de arquitectura o ingeniería para resolver problemas cotidiáneos? Los
trabajos donde la fuerza era un factor diferencial ya desaparecieron. Ahora
toca a los trabajos donde la algoritmia pueda suplir a la razón. Pero no solo;
también se verán en jaque las profesiones de base enciclopédica: allí donde la
diferencia es el tesoro de conocimientos adquiridos, porque los sistemas ya son
capaces de albergar el conocimiento, y ahora empiezan a ser capaces de
relacionarlo y generar nuevo conocimiento. Hoy las páginas web se llenan de
ofertas de empleo para desarrollar aplicaciones, para gestionar proyectos de
desarrollo, para … mañana las
aplicaciones se desarrollarán a sí mismas. Hoy los robots, las máquinas
humanas en general, requieren de ingenieros y especialistas en múltiples
materias. Esto durará un tiempo pero las
máquinas acabarán por construir nuevas máquinas. El paradigma es el de la
automatización extrema. El espacio del
ser humano será el espacio humano. Y
las profesiones (si es que se sigue hablando en estos términos en los próximos
cuarenta años) serán las ligadas al ser humano. Las personas van a seguir
necesitando alimentación y vestido,
alojamiento y cuidados; las personas van a seguir valorando las expresiones
sociales y culturales; las personas van a seguir apreciando la belleza, el
paisaje, la naturaleza… Así, parece tendrán demanda todas las profesiones
ligadas al cuidado, al ocio, al
bienestar, a la cultura, al entorno y medioambiente, a lo pólitico-público, a
lo social… Y junto a éstas también tendrán demanda las profesiones ligadas a la creatividad, en todas las artes (la
técnica también). Las tecnologías son el
lienzo y las pinturas, el marmol y los cinceles, el escenario y la
representación. Son todas texturas de las nuevas creaciones humanas.
“Los perfiles más demandados serán aquellos de raíz tecnológica y que
tengan más capacidad de adaptación a las circunstancias. Adaptabilidad,
anticipación a las tendencias…”
De la transformación digital…
La digitalización del mundo de trabajo no es algo nuevo. Lleva ocurriendo desde la segunda mitad del siglo
pasado y se ha ido acelerando con cada decenio. Las personas se están
acostumbrando – unas más y otras nunca – a
convivir con asistentes personales (llámase ordenador, teléfono, …), a comunicarse a través de ellos y con ellos,
a utilizarlos en su cotidianeidad. Estos
sistemas reducen la distancia y el tiempo: acercan lo lejano y lo vuelven
inmediato. Las relaciones entre
personas no se rigen por la inmediatez; son cultivadas, requieren tiempo,
pueden salir bien y salir mal. Sí,
las capacidades esenciales de empatía y afinidad, de calor físico, de escucha
(de lo verbal y lo no verbal), van a verse – se están viendo ya - ante el reto de adaptarse a medios nuevos de
interacción. En realidad es el hombre, la mujer, la que está llamada al
cambio. Pero un rasgo esencial de nuestra naturaleza, el rasgo que pienso nos
ha traído hasta aquí, es que somos seres
sociales: el ser más social sobre la faz de la Tierra, capaz de lo peor y
de lo mejor: tenemos todos los medios
para hacer desaparecer las barreras del tiempo y el espacio, pero seguimos
prefiriendo vernos y hablar. La
celebración de esta feria es por sí misma un ejemplo: nos juntamos para hablar.
El habla, en los distintos registros, es lo que sigue uniendo y separando a
nuestra especie. Es nuestro logos común. ¿Existe riesgo para la interrelación
personal? No lo creo; existen nuevas
formas de interrelación, más o menos complejas-completas, pero las personas
seguimos buscando personas para hablar, nos distancie una pantalla o esta mesa.
“La interrelación entre personas seguirá siendo fundamental. El valor
más importante de las empresas son las personas, por mucha tecnología que le
pongamos.”
Del trabajo…
Donde no parece que pueda alcanzar la revolución de la IA es
en lo próximo a la creatividad, al plano artístico, a lo poético, al
pensamiento que no se encierra en conceptos. Es decir, paradójicamente, los avances tecnológicos van a afectar muy
positivamente a lo que guarda menos relación con la tecnología (no
confundir tecnologías con técnicas; el artista hace uso de técnicas, como el
artesano). Así, cabe esperar un
esplendor de todas las ciencias humanas, de todas las ciencias del espíritu:
nos vamos a adentrar en un Renacimiento sin precedentes. En éste existirá un grupo no muy numeroso de
personas altamente especializadas en temáticas como bio y nanotecnologías, genetistas,
tecnologías de los materiales, ¿ingenieros del quantum? tecnologías de la vida,
tecnologías fotónicas, tecnologías de la computación, … en general, de todo el
ecosistema científico y tecnológico que dé cobertura a una progresiva evolución
de la robótica y la IA en todos los ámbitos de la humanidad. Es decir, un sustento humano de base permitirá el
desarrollo de la era de la IA, pero ésta llegará a un punto en que se
desarrollará a sí misma. Así, también paradójicamente,
las profesiones que hoy llamamos de base tecnológica se verán afectadas
negativamente por el desarrollo de las tecnologías y se abocarán a la necesidad
de reinventarse o desaparecer. Abandonamos la era atómica y nos adentramos en una edad de oro de las
máquinas y del ser humano. Entramos en la sociedad de la abundancia con todo lo
que significa. El crecimiento de las artes va a ser exponencial y se extenderán
no solo al mundo físico sino a los mundos de la técnica. Pero es más; a
medida que la automatización y la industrialización avance hasta el extremo de movernos en costes marginales nulos, es
decir, a medida en que lo esencial esté al alcance de la mano de forma casi
gratuita, las personas buscarán servicios de otra índole, más
personales-personalizados. Las personas que hacen cosas a medida para
otras personas se verán muy beneficiadas de la abundancia, mientras lo selecto
o exclusivo tenga un peso. ¿Algo menos poético? Ni siquiera la carrera
espacial. La exploración del Universo
todavía estará por un tiempo en manos de las máquinas: y lo van a hacer cada
vez mejor… A medida que la humanidad supere el biologismo entraremos en
otras oportunidades y en otros riesgos. Lo que parece claro es que sea el
ámbito que sea, la formación de nivel,
holística y – a la vez – extremadamente especializa, focalizada en la
creatividad y en las competencias relacionales-emocionales, serán la piedra
angular de las profesiones futuras. No perdamos de vista una cosa. La
raíz griega de tecnología es τεχνε
y su traducción en latín, inglés, castellano… es una: arte.
Pero hablar de futuro es un brindis al sol. Lo mejor, lo apasionante, lo
seguro, la mejor manera de no errar
respecto a lo que el futuro sea, a lo que en el futuro haya que hacer, en lo
que va a verse afectado y no afectado, la mejor forma de acertar es
construirlo, vosotros, nosotros, hoy, ahora.
“Creo que las profesiones más
demandadas o que surgirán con el desarrollo de las nuevas tecnologías serán
aquellas que vayan avanzando de la mano de estas, adaptándose a los cambios e
integrando sus funcionalidades. Muchas profesiones desaparecerán y otras (la
mayoría) sufrirán alguna transformación y requerirán de nuevas competencias
laborales que cumplan y den respuesta a las necesidades que van surgiendo. Serán
fundamentales las interconexiones digitales, siendo necesario desarrollar
competencias técnicas como programación, de realidad virtual, realidad
aumentada, etc., pero sin dejar de lado conocimientos en Humanidades para que
por ejemplo los psicólogos y sociólogos puedan aplicar sus estudios en las
nuevas tecnologías dotando a esa Realidad Virtual del componente humano. Un
ejemplo puede ser la robotización aplicada a dar apoyo a personas con
necesidades especiales, haciendo necesaria la coexistencia de conocimientos en
psicología, psiquiatría, enfermería, medicina e incluso educación junto con
nociones de programación y tecnología. En este sentido podríamos hablar de los
“Diseñadores 3D” unidos al área médica, que podrán desarrollar órganos en 3D
para trasplantes y experimentación médica. Estas transformaciones profesionales
también afectarán al mundo de las letras, ya que la función de los abogados
podrá verse orientada hacia la ciberseguridad o el uso de las herramientas que
nos ofrecen los avances tecnológicos, necesitando profesionales que permitan su
expansión pero que a la vez los controlen y limiten. Para desarrollar este
marco legal se necesitarán abogados con conocimientos en tecnología para tener
conciencia del impacto de estos nuevos desarrollos sobre nuestras vidas.Por
todo esto considero que será fundamental contar con conocimiento y desarrollo
tecnológico, sabiendo transformar y adaptar las funcionalidades profesionales
tal y como las son concebidas hoy en día”.
P.D. Las citas entrecomilladas son de Ernesto del Campo, Responsable de
Personas de Talio.
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