Cartas desde el azul - Javitxu

Llega el momento en que todas las cosas se cuentan como las últimas: el último paseo, la última conversación, la última caña, el último regalo... Para un amigo solo resta el recuerdo, la mirada alegre, jocosa. Ese brillar especial de niño a la vez travieso y responsable.
Dice el parte médico que fue un aneurisma, que se puede morir anciano - cuando suspiras de vida - con él, que... solo palabras, fuera de contexto, ceñidas a la fría clínica. No dicen tu pasado ni ascendiente, tu ser responsable, tu amor por las flores ("si nos tocara vivir en un convento, sería el jardinero", me decías; "ya, tú lo que eres es un listo, ¡nadie quiere la cocina!", te respondía).
Tu gusto por compartir el tiempo con los amigos, la buena comida y el mejor vino, San Mamés y Ane, tus sobrinas (orgulloso tío, de sus medallas).
No vinistes el 7 de septiembre, no podías. Quedamos para comer en Orozko, "algún día", "¡mejor un sábado con las Anes!", y ya no vendrá ese día.
Pasear por Ledesma y parar en el Antomar (era el nuestro), las palabras que todo lo curan, después de la pelea, el reencuentro, el consenso y la sinceridad amiga. Pasear por Ledesma y sentir tu vacío, la falta del alma; ya solo personas, ninguna tú.
Aquellos días de verano...
¿Recuerdas la primavera Javier? Caminar al café por Mazarredo y hacer fotografías: tulipanes blancos y rosas, pensamientos y azucenas; ¿y tus geranios, recuerdas? Adornan el balcón de tu casa y empresa. Aquel día de abril Fortuna nos sonrió. Lo celebramos, y recuperamos el terreno perdido;
eran muchas personas, seres queridos, teníamos un compromiso y una responsabilidad para con todos ellos.
Le entregué mi Siddartha a Ane, ese día de julio, que no viniste; lo hice seguro que comprenderías,
que en la vida cuentan solo los amigos, su compañía, que al azar no podemos darle la espalda, que todo viene y todo debemos aceptar, a veces con dolor, siempre aprendiendo, otras con grande alegría.
Aquellos días de verano, semillero de este invierno. Ana lo sabe, y yo, yo solo lo siento.
Un aneurisma se llevó a mi amigo, dulce consuelo.
Aguardas Javier, en la meta, tranquilo. Al final del camino nos sonreiremos y abrazaremos.


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