Begoña

Begoña escucha desde su pedestal,
la oración.

Santuario lleno de ecos y flashes,
espacio reducido
para olvidar el vacío de hechos e interpretaciones,
las soledades ahogadas,
incapaces de encontrar
momento y lugar adecuados,
para curar la doliente,
la desconocida herida.
Vertido está el vino amargo
de la tensión acumulada.

Alegría, oportunidad de remisión.
Buscar la perdida intimidad,
hallar el equivocado rumbo,
la claridad del error verdadero
en la luz tenue del templo.
Ella, tierna madre
evita los mismos ruegos y urge a la decisión:
Tuyo es el camino.

Alegría, último escalón de Mallona.
Virtud reparadora, risa que acoge, mirada risueña,
no más quebrantos,
no más vergüenzas,
solo carcajadas de la humana comedia.

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