Diálogos inesperados - pensar el tiempo

Reencuentro inesperado,
aterrizaje forzoso de furtivo viaje,
Dioniso y su Bacante: "nunca más"
y otra vez, y siempre.
"Brindemos por el futuro", invita V., alegre.
"¿Qué futuro", replico.
"El futuro... dejó de existir como posibilidad.
Murió, como los viejos dioses, ahogado en el presente
Siempre alabado, siempre esperado, esperanza del porvenir
aborto del presente continuo".
"¿Qué dices Marco? No sé si E. te seguirá;
mucho menos si te dará la razón", señala.
Cerrar los ojos en el sí-mismo,
escuchar las palabras pensantes del tiempo.
Rumor de voces señalan al presente extensivo,
depredador, axfisia del pasado
en un sido almacenado, silo digital, accesible,
no recreable ni memorable, sólo reproducible.
Presente físico, espacial, abarcador de lo ente,
encerrada historia del ser; meras fábulas de lo ente abandonado,
envolvente, lugar del todo excepto la nada,
donde sólo nada espacia su ser (¿acaso Nada como posibilidad de futuro?)
Presente que ocultó el pasado y se cerró a todo futuro.
"No hay futuro V.; sólo el calor del ahora y vuestra compañía", comento en baja voz.
"Pero yo he sido siempre de proyectar", replica E.
"No te entiendo; tú también lo eres Marco; explícate".
Presente es la pre-sencia (vuela Heidegger; déjame pensar).
El pasado ya no está. El advenir no acontece.
Sólo lo que esencia tiene una posibilidad de futuro.
Pero el presente aprendió a domeñar la esencia.
Ligó todo lo esenciante a sí:
"Sólo yo - actualidad - porto el futuro en cada instante.
Creo mismidad en todo lo venidero, en todo lo acaecido.
Todo lo sido y todo lo que será ya está aquí, son mi mero efecto, artificios", reza el tiempo posesivo.
Alzar de copas en brindis, chocar y sonreír, un lunes como un domingo:
"Mi copa, amigas, es por este momento y por vosotras.
Me basta con amanecer mañana, como hoy".

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