Cartas desde el azul - Dani
Es 23 de junio. El día se agosta en junio. La televisión ladra los Ninja W. Pero el teléfono escupe la peor noticia. Valdecilla y Daniel, y el mundo de los amigos se detiene. Sigue el ruido pero el silencio y el vacío lo cierran todo.
Lu... qué pena, cuánto lo siento. Tú que querías empezar de nuevo, ahora no tienes razón para ello, Lu. Dos hijos y tú, porque Dani ya no más.
Un día para la alegría, las hogueras lo extienden, la noche se achica, y tú, Dani, te vas. ¿Por qué? Valiente de Santurtzi, forja de la margen izquierda, paciente del corazón, ¿no era pronto amigo? ¿Cómo vamos a subir al monte?¿Qué va a ser del Serantes?¿Habrá un sol mañana? Daniel, no puede ser.
El día de la luz la apagaste, llegó la noche a deshora cuando te fuiste, se tornó todo oscuro, el tinto vertía lágrimas negras... debí pensar que algo sucedía. Moriste hoy, ayer, y dejaste a Lu y a tus hijos, dejaste todo lo que querías, tú, generoso, amigo de todos.
Eras, eres - porque estás presente -, grande Dani. De gafas que agrandaban tus ojos, no perdíamos de ti lo que te alegraba y entristecía. Sé bien, dos años llevas de tristeza. Lu te hundió en ti mismo, ella, que sólo quería sacarte de tu silencio, pared, Dani, que no mostrabas más que un rebote a sus preguntas. ¿Por qué no amaste más tú que la querías? Ella te quería, te quiere, te querrá. No entendía tu silencio, tu hondura, tu... y se iba, buscando quien la hablara, quien la abrazara, quien la sintiera... Dani, te faltó una conversación y un amigo, hombre de acerada forja, cerrado en ti mismo, ¿qué te costaba? Recuerdo las minas, el ascensor del metro, las soleadas tardes santurtzitarras, vuestra alegría, las botellas frías, las risas... La amistad encontraba su asiento entre nosotros. Ana y Lu reían y su risa llenaba nuestro mundo.
Dani, danos tiempo. Hoy sólo podemos sentir tu ausencia, de tristeza llena estas horas, desconsoladas, incapaz de decir lo que sentimos. Arde el teléfono, ¿lo sabes? Hoy has sido protagonista, pero tímido, te vas. Ladra la tele tonterías... te reirías, lo sé, porque de lo simple vive el hombre y tú lo eres. Y te reirás, y llenarás de nuevo el mundo de alegría amigo.
Quisiste saltar la hoguera de San Juan pero el sueño te venció, y se quebró una roca del puerto, y donaste al Cantábrico confianza, e inundará nuestra costa en tu memoria, encontrará el paso hasta nuestra orilla y abrazaré sus aguas, tuyas.
Grande Daniel, de corazón generoso, tu pecho necesitaba un cuerpo nuevo, lo sabías. Aquellos días de Agosto, de muebles riojanos y visitas inesperadas, de brasas, de noches estrelladas, de amigos y brindis, de tempranillo, aquellos días eran nuestros. Lu, regresaremos, a la vid y la oliva, a los amaneceres rojizos, al Toloño, al cariño, y Dani estará ahí, con nosotros.
Un whatsapp y la tristeza. Retiro el Victoria. No quiero nada que me traiga a la memoria este triste momento. Verter lágrimas como mi copa de vino. No poder hacer nada. Sólo la espera, la custodia, el silencio. Mi buen amigo, cuidaré de lo que quieres y - pronto - nos veremos, y reiremos, y pisaremos castañas, y nos reñirán Ana y Lu por mirar las celestiales de forma cómplice. Este verano que inauguras, prenderá una hoguera en tu nombre. Hasta pronto mi querido amigo.
Lu... qué pena, cuánto lo siento. Tú que querías empezar de nuevo, ahora no tienes razón para ello, Lu. Dos hijos y tú, porque Dani ya no más.
Un día para la alegría, las hogueras lo extienden, la noche se achica, y tú, Dani, te vas. ¿Por qué? Valiente de Santurtzi, forja de la margen izquierda, paciente del corazón, ¿no era pronto amigo? ¿Cómo vamos a subir al monte?¿Qué va a ser del Serantes?¿Habrá un sol mañana? Daniel, no puede ser.
El día de la luz la apagaste, llegó la noche a deshora cuando te fuiste, se tornó todo oscuro, el tinto vertía lágrimas negras... debí pensar que algo sucedía. Moriste hoy, ayer, y dejaste a Lu y a tus hijos, dejaste todo lo que querías, tú, generoso, amigo de todos.
Eras, eres - porque estás presente -, grande Dani. De gafas que agrandaban tus ojos, no perdíamos de ti lo que te alegraba y entristecía. Sé bien, dos años llevas de tristeza. Lu te hundió en ti mismo, ella, que sólo quería sacarte de tu silencio, pared, Dani, que no mostrabas más que un rebote a sus preguntas. ¿Por qué no amaste más tú que la querías? Ella te quería, te quiere, te querrá. No entendía tu silencio, tu hondura, tu... y se iba, buscando quien la hablara, quien la abrazara, quien la sintiera... Dani, te faltó una conversación y un amigo, hombre de acerada forja, cerrado en ti mismo, ¿qué te costaba? Recuerdo las minas, el ascensor del metro, las soleadas tardes santurtzitarras, vuestra alegría, las botellas frías, las risas... La amistad encontraba su asiento entre nosotros. Ana y Lu reían y su risa llenaba nuestro mundo.
Dani, danos tiempo. Hoy sólo podemos sentir tu ausencia, de tristeza llena estas horas, desconsoladas, incapaz de decir lo que sentimos. Arde el teléfono, ¿lo sabes? Hoy has sido protagonista, pero tímido, te vas. Ladra la tele tonterías... te reirías, lo sé, porque de lo simple vive el hombre y tú lo eres. Y te reirás, y llenarás de nuevo el mundo de alegría amigo.
Quisiste saltar la hoguera de San Juan pero el sueño te venció, y se quebró una roca del puerto, y donaste al Cantábrico confianza, e inundará nuestra costa en tu memoria, encontrará el paso hasta nuestra orilla y abrazaré sus aguas, tuyas.
Grande Daniel, de corazón generoso, tu pecho necesitaba un cuerpo nuevo, lo sabías. Aquellos días de Agosto, de muebles riojanos y visitas inesperadas, de brasas, de noches estrelladas, de amigos y brindis, de tempranillo, aquellos días eran nuestros. Lu, regresaremos, a la vid y la oliva, a los amaneceres rojizos, al Toloño, al cariño, y Dani estará ahí, con nosotros.
Un whatsapp y la tristeza. Retiro el Victoria. No quiero nada que me traiga a la memoria este triste momento. Verter lágrimas como mi copa de vino. No poder hacer nada. Sólo la espera, la custodia, el silencio. Mi buen amigo, cuidaré de lo que quieres y - pronto - nos veremos, y reiremos, y pisaremos castañas, y nos reñirán Ana y Lu por mirar las celestiales de forma cómplice. Este verano que inauguras, prenderá una hoguera en tu nombre. Hasta pronto mi querido amigo.
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