Nunca es tarde - piedad (II)

Solo hay que quererlo. Todo en las manos.
Un mundo, un legado, un primer paso solo, un hollar, un sentido.
¿Callar y aguardar?
No.
¿Es la acción la respuesta?
No.
No a un incidir, no persistir, no avanzar en el vacío,
no al ningún tiempo de lo real a la mano,
no a la maquinación,
no a lo calculable, no a la computación,
ni a la algoritmia; no a la determinación, no al inmundo.
Todo puede ser distinto. Belleza y arte, poesía, re-encuentro, foro y democracia, iglesia del hombre:
terrenidad, río, mar de lo divino; voz de los olvidados, del abandono, de la pérdida, de lo que no está...
recuperada bandera, libertad, palabra, ser, renacimiento,
errar, amar, morir, cuidar, transformar, nacer y crear,
para su mundo, vive, muere y construye el hombre, pastor del ser.
Pasa el tiempo, agua escurre huidiza de sus manos.
Sedientos,
no más espera, no más paciencia, no más serenidad,
en el acaecer
sentir el llamado
del momento, instante quebradizo de lo real, apertura.
Mañana, ayer y hoy, estancias, cuidado y caricia, entrega y rehúso, esencia del ser.
¿Por qué injusticia?¿Por qué dolor?¿Por qué saña, maldad, odio, rencor, depravación?
No pertenece al hombre, no al animal racional, no al llamado del ser, no a su adoración.
Este mundo
no es el del hombre.
¿Transformación? Un pensamiento más lejano, otro.
No es tarde. Nunca lo es para la tierra del hombre, del dios, de la verdad, del recuerdo.
Jardín del ser, vivencia del tiempo, espaciar de la vida, ser-ahí.
Momento, forja del tiempo nuevo, no resignarse,
templar acero, domar al ente, abrir el ahí
del amor, del cuidado, de la compasión, de la entrega
la piedad, el vacío, la verdad de lo propio
del ser del hombre. Nunca es tarde.

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