De la cantidad de debates estériles y de lo único que importa
¿Reducir la jornada laboral?¿Fijar una hora de salida?¿Un salario mínimo? Etc. Etc. Etc.
Humo, o ruido, lo que el lector, la lectora, consideren peor. Lo único que interesa - y mueve - al capital es el rendimiento por unidad económica aportada. Todo lo demás son escenarios de aportación de coste con los que hay que lidiar para que el impacto sea el mínimo posible en lo que interesa. Hay que afrontar un hecho: el mercado laboral se separa paso a paso del mercado "real". Esto es así porque el segundo encuentra las vías para subsistir y crecer sin el primero. Por ello, los puestos que se crean requieren cada vez de mayores competencias ligadas a los mecanismos que favorecen un mayor distanciamiento entre los mal llamados mercados (¿cuándo la inteligencia y la capacidad de obra se convirtió en mercancía o mercadería?). Estos puestos son los ligados a las tecnologías y a todo tipo de matematismos (el pitagorismo crece sin parar en nuestro ecosistema científico-técnico...; ¿ecosistema?... no, no; yo no acierto a encontrar más que dunas y piedras, que repiten miméticamente a otras dunas y piedras; mejor desierto que ecosistema). Antes o después acontecerá que las organizaciones - de todo tipo - requerirán poca obra humana y mucha inteligencia artificial (es decir, serán quasi-inhumanas y cénit-tecnológicas). En el camino de ese momento habrá que optar por un modelo social que se sustente desde un consumo responsable (no depredador; sí equitativo; sin norte ni sur; sin países desarrollados y en vías de...; lo que viene a ser un mundo de hombres y no de alimañas) de bienes y recursos, un modelo que cultive las artes y ciencias del espíritu humano, aprovechando al máximo el desarrollo adquirido en el conocimiento y las técnicas. El escenario de la ontificación extrema - de la maquinación que diría Heidegger (en traducción de D. Picotti) - no debe ser un fin de la humanidad sino una oportunidad para otro albor. Pero la téchne... ¿será reconquistada?, ¿abandonará su ligazón capital y servirá al hombre?, ¿se someterá a su verdad esencial? Es más imprescindible que nunca la acción política. El reto es crear un orden nuevo, un nuevo equilibrio - no exento de tensiones -, que permita la máxima expresión de las capacidades de nuestra especie. Puede abrirse una época nueva. Esta en juego la supervivencia. ¿Llegaremos a sentir estas urgencias o el Mar de "China" (o de otro; ¿por qué no el Mar de Todos?) será nuestro final? Es necesario tomar el poder y crear el sentido. La democracia ya está inventada. Sólo es necesario recuperarla.
Humo, o ruido, lo que el lector, la lectora, consideren peor. Lo único que interesa - y mueve - al capital es el rendimiento por unidad económica aportada. Todo lo demás son escenarios de aportación de coste con los que hay que lidiar para que el impacto sea el mínimo posible en lo que interesa. Hay que afrontar un hecho: el mercado laboral se separa paso a paso del mercado "real". Esto es así porque el segundo encuentra las vías para subsistir y crecer sin el primero. Por ello, los puestos que se crean requieren cada vez de mayores competencias ligadas a los mecanismos que favorecen un mayor distanciamiento entre los mal llamados mercados (¿cuándo la inteligencia y la capacidad de obra se convirtió en mercancía o mercadería?). Estos puestos son los ligados a las tecnologías y a todo tipo de matematismos (el pitagorismo crece sin parar en nuestro ecosistema científico-técnico...; ¿ecosistema?... no, no; yo no acierto a encontrar más que dunas y piedras, que repiten miméticamente a otras dunas y piedras; mejor desierto que ecosistema). Antes o después acontecerá que las organizaciones - de todo tipo - requerirán poca obra humana y mucha inteligencia artificial (es decir, serán quasi-inhumanas y cénit-tecnológicas). En el camino de ese momento habrá que optar por un modelo social que se sustente desde un consumo responsable (no depredador; sí equitativo; sin norte ni sur; sin países desarrollados y en vías de...; lo que viene a ser un mundo de hombres y no de alimañas) de bienes y recursos, un modelo que cultive las artes y ciencias del espíritu humano, aprovechando al máximo el desarrollo adquirido en el conocimiento y las técnicas. El escenario de la ontificación extrema - de la maquinación que diría Heidegger (en traducción de D. Picotti) - no debe ser un fin de la humanidad sino una oportunidad para otro albor. Pero la téchne... ¿será reconquistada?, ¿abandonará su ligazón capital y servirá al hombre?, ¿se someterá a su verdad esencial? Es más imprescindible que nunca la acción política. El reto es crear un orden nuevo, un nuevo equilibrio - no exento de tensiones -, que permita la máxima expresión de las capacidades de nuestra especie. Puede abrirse una época nueva. Esta en juego la supervivencia. ¿Llegaremos a sentir estas urgencias o el Mar de "China" (o de otro; ¿por qué no el Mar de Todos?) será nuestro final? Es necesario tomar el poder y crear el sentido. La democracia ya está inventada. Sólo es necesario recuperarla.
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