Adiós a las redes

Salir de las redes sociales y entrar en la sociedad.
Basta de groserías, ruido y reenvío.
Basta de pseudo-pensamientos, de frases hechas en calderos oxidados, de ponzoñas.
Basta de obviedades y charlatanería.
Basta del no actuar y el no pensar.
Son las redes transparentes el mejor medio de control,
bien lo apuntaba A. para disgusto de M. en la serena Ávila (¿es posible una téchne neutral?¿podrá conquistarse?; y si no, ¿quedará espacio para el ser del hombre?¿atenderá algo a su llamado?¿quizá una máquina?).
Se gestiona el enfado, se modula, y se encauza a un atronador aullar,
profundamente estéril: nada cambia, todo se diluye,
y todo es aceptable, al final.
El mundo de los hombres sólo lo transforman hombres libres.
¿De verdad hay libertad en la era de la red digital?
Quien quiera dejar su huella, quien quiera una transformación,
(¡qué perversión!, encerrar el sustantivo transformación en la cerca digital...).
quien desee dar un primer paso hacia la verdad (no la certeza; ¿pero aún queda algo así como la verdad?),
hacia la esencia (no la apariencia, que de costumbre se muestra - impúdica - como lo que está ahí, a la mano, y real),
sólo puede elegir dos caminos (sonríe Parménides, como en el viejo poema didascálico),
y ambos se encuentran unidos por el extremo de la puerta del instante:
la poesía del mundo de la realidad de los hombres.

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