Im-presiones del camino

Y en la expresión del arte, en la vanguardia, se abre una ventana a la futuridad del ser. Esa ventana muestra una grieta siniestra, tenebrosa y tremenda. Arte-tragedia. Un hombre desplazado, x que se debilita: "no tengo una imagen conformada de mi mismo", piensa el poeta. Téchne se busca en miradas reflejas. Hombre instrumental; sólo mercancía - un "fallo del sistema" que ya funciona solo - señala el filósofo. Lectura terrible, sin-ser o ser distinto. Muere el hombre, ¿desaparece aquéllo que-se-da?; debilitado hasta la nulidad, ¿desaparece lo divino que huye o se aproxima?, ¿lo bello?, ¿lo justo?, ¿el otro?, ¿lo violento y el amor? Máquinas, humanas, se buscan y en la mirada del otro se ven. "Yo no soy si(g)no: mi piel escrita está en tus ojos; soy tu-yo". Transformación digital y desaparición del hombre. Máximo peligro anunciado en el arte. Heidegger completa el anillo. Gadamer interpreta el cuadro que les mira. ¿Existe lugar a lo salvo? Arte muestra el fin aquí. "¿Qué hacer?; ¿es kairós, él esperado?; ¿la presencia del instante infinito?". Lo digital comienza su senda sin el hombre: "Eso no es. Eso no es. No hay ser", grita desesperación reflejada. Acaso ya-no-ha lugar, acaso justo él-lugar, hab(c)er-se dónde, "ese otro inicio", primera posición en tensionada calma, avant-garde. La obra humana se separa en busca de un sí-mismo. El hombre ante su reiniciar-se.  El final de un camino y la presencia del final. "Sólo Amor, un amor", con su matriz de violencia y ego, con su vacío en el otro y su entrega, con su inmaterialidad y su constante ("el poder fluye" y absorbe en sí al poderoso, ahogándolo, ¿qué es Amor sino el poder más extremo?). Ávila eleva la mirada aterrada y Almagro muestra verdad en representada danza. Sólo amor, religación inmanente y cierta; sólo amor, mínimo gesto, piadoso paso, puerta abierta, esperanza. "Y en la escena, en sobrecogido claro-obscuro, un cuerpo resucita y la obra comienza". Veinticinco maestros, cuarenta y cinco bailarines, primer movimiento.