El pequeño colibrí

El pequeño colibrí es la fábula que Lou eligió para cerrar la ceremonia de investidura. Primera de su graduación ganó el privilegio de hablar ante sus compañeros. Entre tantos triunfadores entonó un himno humilde. El bosque en llamas - nuestro presente - no encuentra más auxilio que el del menor de sus habitantes - un colibrí, nosotros. Se reveló Lou como una mujer de trinchera política.
Noche con la familia, inquietud de mi querido Diego, preguntas de Lou: "have you read Lenoir Marco?"; "what do you think about religion?"; caminantes por la noche de La Rochelle siento como estos dos jóvenes son excepción: todavía quieren cambiar el mundo. "Que pensez-vous des philosophes français?", pregunta arrojada y respuesta sin preparar: "La pensée allemande est plus proche de Dieu. Je préfère Heidegger et Nietzsche. Français? Derrida et Lévinas, pas Sartre".

Concierto de guitarra y flauta en la habitación del monasterio. Un silencio emocionado y atento deja que las palabras y la música de los sobrinos se derramen en el alma. Vibra el aire y un cóndor pasa, sobrevuela las barricadas del 68 en esta Rochelle aburguesada. "Marco, ¡una cita de Nietzsche!". Compromiso inalcanzable de emoción desbordada, incapaz de entonar palabra sin derramar lágrimas. Abrazo a los graduados: "Vous avez une grande âme. Sont l'exception. Votre corps change, mais pas votre âme. La différence ornera vous rend responsable. Vous devez changer le monde". 

De regreso en casa la fiebre y las ocupaciones detienen mi labor. Tiempo para mi y para pensar - lo urgente ya está hecho - pero no lo importante: toca responder a Diego. Él quedó solo en La Rochelle. Lou siguió el vuelo de su colibrí hasta París. No encuentro un Nietzsche para Diego. Inquieto como está por encontrar su lugar en el mundo, deseoso de abrazar una fe que le colme, siente Diego el vacío existencial. De regreso preparo la defensa; una lectura me guía: "Carta sobre el humanismo", Heidegger (1947): "Aquí está lo que busca pero no va comprenderlo", pienso. Heidegger es consciente de su fracaso e inicia el camino de vuelta. Europa perdió lo mejor de sí en la guerra. Era momento de repensarlo todo - rememorar -; el mejor Heidegger está en este breve escrito, contra un Humanismo sin fundamento en la verdad del ser, concentrado, condensado, pregnante. Han pasado trece años desde el primer acercamiento. Es ahora cuando su caudal es necesario y suficiente para apagar el incendio. Si Diego y Lou volvieran al pensamiento del alemán encontrarían la razón que les impulsa. Sólo han quedado atrás 70 años desde que Europa tuvo que enfrentarse a la destrucción metafísica. La victoria no lo fue de un pensamiento superior, no en el sentido de un pensamiento más hondo y primigenio. Lo fue de sí misma. Por tanto, lo malvado perdura (dice Heidegger que lo salvo y la ferocidad forman parte del ser, como "todo sí" y "todo no"). Ellos sienten que deben actuar. Sienten el calor del incendio del mundo al que han sido arrojados y buscan ansiosos su manantial del ser. Porque el mundo - también el bosque en llamas - es claro del ser. Es necesario extrapolar una cita que les ayude y que la comprendan:

"Las cosas importantes acaban por llegar a tiempo, aunque sea a última hora y aunque no estén destinadas a la eternidad", HEIDEGGER, M. Carta sobre el humanismo, p. 58. Alianza Editorial: Madrid, 2001.

El pensamiento que guía a estos jóvenes es el pensamiento de la verdad del ser. Hoy lo confunden con una acción política a favor de la justicia social (qué hermosas sonaron estas palabras en el discurso de Lou) y de una vida espiritual y práctica acorde con un planeta sentido como madre y estancia (hogar común, tierra del hombre, espacio de lo sagrado y lo divino, lugar del ser y de sus manifestaciones). En realidad su pensar es el pensar importante. Si otros jóvenes como estos siguieran la misma senda construirán o alcanzarían el lugar del ser, tenderían el puende hacia el dios que nos salvará (Heidegger), encontrarían su oportuniad en el mundo de la lógica y la téchne. Lou y Diego ya ex-isten. Su labor es crear comunidad. Ellos ya habitan en el claro de lo sagrado. ¿Quién volará junto a su colibrí? ¿Quién cantará su himno?

Para Diego y para Lou.

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