Apuntando al tiempo del ser (I)
¿Qué es el
Tiempo para el Ser? En el ser parmíneo se da la unidad del pensar y el ser
teniendo ésta su existencia en lo ente. Lo ente es el ser que piensa y todo lo
que piensa se contiene en lo ente. Si el ser piensa el tiempo es porque el
tiempo está en lo ente. El ser no puede pensar el no-tiempo porque no sería y
lo que no-es ni es pensable ni es expresable. Por tanto la temporalidad debe
ser una característica de lo ente. ¿Qué tiempo es este? Para Parménides el ente
es ahora; su temporalidad es al mismo tiempo, uno, continuo; el ente
es inengendrado e imperecedero (…)
perpetuo. Luego el tiempo del ser es el siempre.
En el siempre todo es, ha sido y será. Pero en el mundo perceptible, todo deviene y definimos como tiempo
al efecto del cambio. ¿Es el tiempo el ente que acontece? El ente parmíneo es completo e inmóvil y ya ahora perpetuo. Luego lo que
es, lo real, es todo; nada hay fuera. Luego lo que cambia, el efecto del
tiempo, es una apariencia, porque no hay cambio (ni desplazamiento) – lo completo no requiere transformación.
¿Cómo encaja esto con una visión cosmológica de multiversos y once dimensiones
en la que lo constante es el perpetuo cambio, la creación y destrucción?
¿Estaríamos indagando en la vía prohibida para Parménides (la de lo que no-es)
o estamos en lo ente (dentro de) sin un punto de referencia que permita
observar su totalidad (que como tal lo es todo y es inmóvil, y perpetuo?
Después de la teoría de la relatividad general, después de la mecánica cuántica
y después de la teoría M – la unificación de las cinco cuerdas – quizá caminemos en un espacio material que vibra en todas las frecuencias y su sinfonía
es estática. El camino de lo que
no-es nos lleva a girarnos hacia Heráclito.
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