A pie de página - Apuntando al tiempo del ser (II)
Abordo a Parménides con Heráclito, a Heidegger con Zubiri,
desde la presencia – como una sombra – del Zaratustra.
Refiere Zubiri cómo el
concepto estructural del tiempo “es la
forma que el tiempo adopta en función de la estructura de las realidades, por
estar en el Mundo” refiriendo el filósofo la multiplicidad de las estructuras y distinguiendo
entre las estructuras de las realidades físicas y de la realidad humana[1].
A las primeras (las físicas) les otorga la característica del cambio; a las
humanas, la fluencia y la forma de su
vida:
“Estas estructuras son múltiples. Una es la estructura
de las realidades físicas, que van cambiando sin cesar. Otra es la estructura
de la realidad humana, que por un lado fluye sin cesar, y que por otro proyecta
la forma de su vida. Según estas estructuras el tiempo va adoptando formas
distintas”[2].
Zubiri apunta al carácter del tiempo como modo del ser: el
mientras.
“En las cosas físicas el tiempo es sucesión. En la
realidad humana, en cuanto fluente, el tiempo es duración, y en cuanto
proyectiva es precesión; ambas estructuras no son sino respectos de una única
estructura: la duración intelectiva o intelección durante. Las estructuras
temporales son algo así (…) como los diversos contenidos del tiempo” [3].
Heidegger trae a la presencia el ser por tanto tiempo olvidado:
“Para ayudarnos a salir de ese olvido [el olvido del ser
mismo como presencia], el conferenciante propuso auscultar más de cerca el
lenguaje natural. Y el resultado de su escucha es una observación que corrige
el venerable aforismo de Parménides: «pues el ser es»[4].
Heidegger piensa que si bien es correcto decir de todo ente que «es», eso no
puede decirse, sin embargo, ni del ser ni del tiempo, que no son entes de
ningún género. Y observa, después de auscultar el lenguaje, que el predicativo
que mejor les cuadra a ambos no es el verbo existencial o copulativo «es», sino
el impersonal «hay» o «se da» (en alemán, es gibt), de hecho utilizado
en similares contextos por pensadores como Ortega o Quine. Que «Se da el ser» y
que «Se da el tiempo» son así los primeros hallazgos de la conferencia”[5].
Desde la ventana de Zubiri y desde el balcón de Heidegger un
pensamiento me rodea: ¿no será acaso el tiempo el lienzo donde se inscriben las
realidades? En el pensamiento habitual
subyace la idea de que las realidades se distribuyen en un espacio. ¿Y si lo
que configura un espacio es el tiempo? Porque, ¿dónde se va a inscribir una
realidad carente de tiempo? En un
tiempo que se sucede, ¿existe posibilidad del desplazamiento en términos de un
vector que se traslada de un punto A a un punto B? ¿La quietud equivaldría a dejarse arrastrar
por el tiempo o sería ésta también una forma de movimiento? ¿El desplazamiento,
avanzar a favor o en contra del fluir del tiempo. ¿Remontar las aguas no es
sino un resistir la corriente?; ¿qué relación guarda esto con la velocidad –
insuperable – de la luz?¿acaso no podemos salir del río luminoso sin perder
algo en ello?
Porque la luz (su velocidad) es una constante y una cota –
límite. Lo que la luz atrapa y encierra lo llamamos agujero negro; esas cadenas son las que encierran fuertemente el
ser en el límite y las describimos en la física como una gravedad insalvable (el pensamiento más grave).
“Allí están las puertas de los senderos de la Noche y del
Día, y tienen por ambos lados un dintel y un camino de piedra; etéreas, están
cerradas con enormes hojas, y la severa Justicia tiene las llaves de doble uso”[6].
“Es necesario que oigas todo, tanto la entraña inmóvil de la
Verdad bien redonda, como las opiniones de los mortales, en las cuales no hay
creencia verdadera. Pues también aprenderás esto: cómo las apariencias es
necesario que aparentemente sean, penetrando todas por todo”
[7].
“Pues bien, te contaré, ten cuidado de escuchar el mito,
cuáles son los únicos caminos indagables con el pensar: el de lo que es y que
no es no ser; es sendero digno de ser creído (pues marcha a través de la
verdad); o bien, el de lo que no es y en
cuanto que necesariamente es no ser, el
cual, yo te digo, ciertamente es vereda completamente indigna de ser creída;
pues ni siquiera es posible que conozcas el no ente (pues no es posible) ni lo
darás a conocer” [8].
La diosa que ilumina el pensamiento de la Verdad a
Parménides le dice que “el ser es lo que es”; equipara ser con pensar, ser con
logos, ser con absoluto, ser con indivisibilidad. La luz es explicada desde un
doble comportamiento: particular-ondulante.
Todo arrastra a un pensar el ser como el tiempo cuyo límite está en la
velocidad de la luz; por tanto, todo lo que es está en la luz. Y observar la
luz permite mirar el pasado. Por tanto, la luz está – o ha acaecido – en el
tiempo (Ereignis, acontecimiento
apropiador). Todo lo que es, es tiempo. ¿Se puede indagar un puente entre la
minimidad zubiriana y Tiempo y ser de
Heidegger?¿Se puede encontrar aquí el nexo entre lo absoluto e inmóvil del ser
de Parménides con la fluencia del ser de Heráclito?
“A este mundo, uno mismo para todos, ni alguno de los
dioses ni de los hombres lo hizo, sino que fue siempre y es y será fuego
siempre-viviente, que se enciende según medidas y se
apaga según medidas”[9].
Una temporeidad eterna no puede ser lineal porque nos llevaría
a un momento sin tiempo en el cual éste
se iniciaría (Big-bang; lectura judeocristiana del inicio de lo existente). Si
el tiempo es equiparado a la luz y al ser, éste debe adoptar una forma infinita
y su representación es un anillo; de nuevo el Portal del Instante nietzscheano; de nuevo la diosa parmínea indicando
el sendero de lo que es y lo que no-es. En el anillo del eterno retorno de lo
mismo se resuelve la estructura del ser como tiempo.
¡Oh, paradoja! El
tiempo evanescente de Zubiri me ha conducido a la totalidad del tiempo. Y en
Oñate encuentro una teología inmanente[10].
[1]
Conviene abordar por qué Zubiri distingue la realidad física de la realidad
humana.
[2]
ZUBIRI, X. Espacio. Tiempo. Materia, p.
315.
[3]
ZUBIRI, X. Espacio. Tiempo. Materia, p.
315.
[4]
En griego en el original.
[5]
HEIDEGGER, M. Tiempo y ser, p. 13.
Introducción de Manuel Garrido.
[6]
LÁSCARIS, C. Parménides: Sobre la
Naturaleza, p. 17. 1, 11-14. Este pasaje nos trae a la memoria el Portal del Instante nietzscheano.
[7]
LÁSCARIS, C. Parménides: Sobre la
Naturaleza, p. 19. 1, 28-32. La diosa (un daemon) le habla a Parménides. Le
anticipa lo que va a narrarle. Sigue el fragmento trayendo a mi memoria el
demonio que le habla a Zaratustra del pensamiento
más grave.
[8]
LÁSCARIS, C. Parménides: Sobre la
Naturaleza, p. 19. 2, 1-9. La diosa le señala los dos caminos. El camino de
lo que es y es ser, y el camino de lo que no-es y es no ser. En el Portal del
Instante cualquiera de los caminos conduciría al mismo punto. En el Portal del
Instante chocan los dos caminos del anillo. ¿Qué es eso que choca? Una ruta es
la del ser que es; otra la de lo que no es y por tanto es no ser. La primera
conduce a la verdad (a lo ente) para el Poema.
La segunda conduce a la confusión: pues no se puede conocer ni dar a conocer el
no-ente.
[9]
LÁSCARIS, C. Heráclito: Sobre la
Naturaleza, p. 40. 30.
[10]
OÑATE, T. El segundo Heidegger: Ecología. Arte.
Teología (Los hijos de Nietzsche en la postmodernidad III), p. 310.
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