El discurso del "todo vale" si sirve a tu fin

Llama la atención como el discurso puede ser manejado hasta hacer que las palabras sirvan a los fines que se persiguen, sean estos los que sean. Es verdad que de la información a la manipulación y la propaganda solo hay un pequeño paso. Podemos verlo a diario: basta con prestar atención a los titulares de la prensa, a los discursos de los aspirantes a la soberanía popular, a los comentaristas... Un coro de voces que acaban siempre hablando de sí mismo en pos del bien común: salvadores de la patria de antaño. Esto mismo se vive cada vez con más frecuencia en el sector de las TIC. Todo vale para captar al cliente. Es igual si eres la primera multinacional de software licenciado en el planeta que tu bandera y discurso será la del software libre. Es igual si tienes un reconocido prestigio por convertir tus formatos de archivos en estándares de facto que tu discurso será que participas en comités de estandarización. Es igual si vendes soluciones software para distintos sectores y ámbitos de actividad que tu discurso será que "pones los pilares para que otros construyan". Es como para no dar crédito. Ahora la moda de ser-plataforma-para y todos se venden como tal cuando lo que quieren decir es "compra mi solución en la nube y verás que bien te va", obviando que cuando la obtengas serás cautivo; no tendrás derecho a borrar tu huella digital; tu información será producto o "productable" (inventemos un sajonismo) y no cobrarás royalties por ello; habrás pasado de mero consumidor, donde pagabas por adquirir un bien o servicio, al muy inferior rango de “productor de datos”, que entregarás alegre y gratuitamente, para que otros decidan qué te interesa y cuánto vale eso que te interesa. Ya comprabas a impulsos de la publicidad. Ahora directamente estás gritando y regalando lo que necesitas. Las tecnologías están cerrando el cerco; ¿por qué lo llaman nube cuando se trata más bien de un corral? Asisto incrédulo al espectáculo de ligar tecnología y felicidad. En pocos años todos inmensamente felices, en el establo “smartizado”.

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