Pensamientos rusos – pensamientos europeos
Los Estados Europeos (no refiero
la Unión porque es evidente que tal hecho es una entelequia) no pueden mirar a
la frontera rusa como al Rubicón. No es Rusia el enemigo de Europa. Rusia ha
sido el alter ego de un proyecto de construcción europea. Sin su victoria en la
2da guerra mundial las democracias europeas no se habrían ligado a la
socialdemocracia. El estado del bienestar no ha sido un hijo del liberalismo;
sí del socialismo, de su proximidad, de su otra opción.
Esto se acabó con el muro de
Berlín. La victoria rusa de la 2da guerra se convirtió en la victoria americana
de la guerra fría. Todo ha cambiado desde entonces. La pax americana es la de
la sumisión a una forma y un estilo de vida que coincide con sus intereses
comerciales y militares. Los Estados Europeos, bajo el - por ahora - cómodo
paragüas de la OTAN, viven en una balsa de aceite.
El problema es que se está
dejando a Rusia fuera de Europa. En lugar de enriquecer a Europa con los otros
europeos, con nuestro oriente, se está configurando un enemigo dentro.
¿A quién le interesa que Rusia
esté fuera de Europa?
El pueblo ruso (si es que hay
tal) no puede estar más allá de nuestras fronteras. Quizá hay otra Rusia más
allá de los Urales. La que está mirando a Occidente es partera de nuestra
historia común.
¿A quién le puede interesar que
la economía rusa se desplome?
Una economía que depende de sus
exportaciones de gas y petróleo…; hemos asistido históricamente al metarrelato
del agotamiento de las reservas de hidrocarburos que consecuentemente implicaba
un incremento del precio de mismo; ¿cómo se entiende la reducción del precio
del barril de brent? No es una cuestión de mercados que se autoregulan, no.
El actual gobierno ruso jugó una
carta de alto riesgo en Ucrania. Se puede argumentar que otros lo hicieron
antes (léase Afganistán, Irak 1 y 2, Kosovo...). Ahora Rusia está pagando por ello; Estamos
ante el problema del derecho internacional. Hay un conflicto entre los derechos
universales de la Carta de las Naciones Unidas, la soberanía de los Estados,
los riesgos globales, y los intereses comerciales y militares de los Estados
Continentales. El paso ruso en Crimea se puede entender desde esta perspectiva.
Ahora, ¿es la respuesta adecuada
la presión que se está ejerciendo sobre su cuadro económico?
El siguiente paso ruso ha sido
explicitar a la OTAN como amenaza para su nación. En este tablero los Estados
Europeos tienen mucho que perder; si la acción no se organiza desde una
perspectiva continental, esto es, independiente de injerencias de EE.UU. en la
política europea (otra entelequia; en realidad no hay tal política porque no
hay una política exterior común; pensemos mejor en la política exterior de
Alemania, Francia e Inglaterra), nos vamos a ver envueltos en un conflicto
entre dos Estados Continentales que aspiran a perpetuarse en el mundo
globalizado (baste mirar los movimientos rusos en China e India).
Entonces, ¿qué puede hacerse?
Pensemos en el mapa europeo y
analicemos cómo puede insertarse Rusia en el mismo. La salida no es reforzando
la Alianza Atlántica porque ésta responde a los intereses hegemónicos de EE.UU.
Sí es necesario un poderío militar en Europa. Y lo es porque no hay espacio
para la justicia y para las libertades si no existe un brazo armado que puedan
defenderlas. Esto es política de realidades, no utopías.
Entonces, la inexistencia de una
política exterior común en los Estados Europeos y la inexistencia de un sistema
de defensa común en los Estados Europeos están jugando en contra de los
intereses de los propios ciudadanos de los Estados Europeos. Si los Estados
Europeos quieren jugar alguna carta en la segunda mitad del presente siglo
deben dotarse de estas herramientas.
Ahora, configuradas, con
capacidad para responder tanto a EE.UU. (hoy parece materialmente imposible,
pero hace ochenta años no era así) como para responder a Rusia; esto es, con
voz propia en los Estados Europeos (no bajo un manto de sumisión en aras de
unos ideales compartidos que encubren intereses de carácter crematístico), es
el momento de poner en el tablero la lógica filiación europea de Rusia.
Una Rusia democrática,
multicultural, defensora de las libertades, un inmenso Estado Europeo... ¿por
qué nos parece un sueño? A Rusia hay que hablarle con voz propia y decirle que
está en Europa. A EE.UU. hay que hablarle con voz propia y decirle que existe
Europa.
Pensar en Rusia es pensar en el
proyecto europeo. EE.UU. ya ha hecho suficiente. Lo próximo puede que solo
responda a sus intereses.
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