Derrocar al pensamiento neoliberal desde la razón (I)

Hay que derrotar al pensamiento único, neoliberal, imperante.

Y digo derrotar porque hay que vencerle desde la razón, de la que tanto presumen, cuando hacen ver que no hay alternativa a su credo político-económico de generación de clase, credo donde la libertad se convierte en una función práctica, no en un derecho; donde el sufragio es un mal menor mientras la política duerma el sueño del "no podemos hacer nada". La entrada en Sendas de democracia, la referencia a Naredo en su Prólogo, y la cita de Weber, no pueden ser más prometedoras.
“(…) la fatalidad hizo que el manto se trocase en jaula de hierro. El ascetismo se propuso transformar el mundo y quiso realizarse en el mundo; no es extraño, pues, que las riquezas de este mundo alcanzasen un poder creciente y, en último término, irresistible sobre los hombres como nunca se había conocido en la historia. El estuche ha quedado vacío de espíritu, quién sabe si definitivamente”.
No he encontrado un discurso más descarnado, íntimo y esclarecedor del momento actual. Su lectura no hace más que traer a mi memoria el discurso fúnebre de Pericles después el primer año de guerra (ref. Tucídides, Historia de la Guerra del Peloponeso, pp. 181 y ss. Cátedra: Madrid, 2010):
“44.- Es por ello por lo que a los padres de éstos, a cuantos estáis presentes, no les doy mi condolencia más que mi consuelo. Tienen conciencia de haberse criado en circunstancias favorables y de que la felicidad es para quienes logran el más hermoso final (...) La pena no se tiene por los bienes de los que uno se ve privado sin probarlos, sino por los otros que le quitan cuando se está habituado”.
Es un hombre el que habla y lo hace para los hombres; y les habla de la libertad, como Weber nos habla de la esclavitud a la que nos hemos abocado.

Después de esclavizar al hombre en virtud de la acumulación del capital (porque el egoísmo es privilegio del productor; su felicidad se mide en términos crematísticos; el trabajador  es otro recurso necesario; su felicidad pende del hilo denominado productividad; su productividad no es su salario, es su retorno; ¿qué espacio de felicidad le queda?), acabarán muriendo por agotar las reservas. Pero claro, no; siempre podremos encontrar nuevos mundos para proyectar-nos, explotar-los.

Es necesario un planteamiento radical; la postura de Quesada no puede ser más coherente con “la alternativa” negada. Con tanto como hemos crecido como especie, ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Dónde y cuándo olvidamos a Atenas? Clístenes sentó las bases para un sistema social que posibilitaba la igualdad: la isonomía y la isegoría. El mayor esplendor de la democracia se vivió en el período de Perícles. ¿Qué es esto que tenemos y que nos llama a votar?¿Qué participación tenemos en lo que nos afecta de lleno?¿Hay un demos en la cracia en la que nacimos?
“Especialistas sin espíritu, gozadores de corazón: estas nulidades se imaginan haber ascendido a una nueva fase de la humanidad jamás alcanzada anteriormente”.
Es un deber de cualquier hombre de bien, que estime a sus congéneres y al mundo donde habita - como uno más -, que estime su herencia y lo que le seguirá, ponerse enfrente de todo esto y decir primero, "no"; y segundo, señalar "un lugar, un camino".


Citas de WEBER, M. La ética protestante y el espíritu del capitalismo, en QUESADA, F. Sendas de democracia. Entre la violencia y la globalización, p. 17. Trotta: Madrid, 2008.

Comentarios

Entradas populares