Maquiavelo (I) - De los hombres

Aquél que tenga responsabilidad y mando debe tener presente lo que los hombres – por lo general – son. Hay que huir de la educación recibida, de la moral inculcada, del “ser buenos”, porque la vida enseña cada día que esto es lo que a los hombres conduce a su ruina. Porque el mal entre los hombres es la norma y regla (fatalismo). Quien acepte una responsabilidad, como O., debe tener presente a Maquiavelo y su Príncipe:

«Surge de esto una duda: si es mejor ser amado que temido o viceversa. La respuesta es que convendría ser lo uno y lo otro; pero como es difícil combinar ambas cosas, es mucho más seguro ser temido que amado cuando se haya de prescindir de una de las dos. Porque de los hombres, en general, se puede decir esto: que son ingratos, volubles, hipócritas, falsos, temerosos del peligro y ávidos de ganancias; y mientras les favoreces, son todo tuyos, te ofrecen su sangre, sus bienes, la vida e incluso los hijos – como ya dije antes – mientras no los necesitas; pero, cuando llega el momento, te dan la espalda»

MAQUIAVELO, N. El Príncipe, p. 135. Cátedra: Madrid, 2006.
Edición de Helena Puigdoménech.

Que éste ha sido mi pecado el tiempo y la edad me lo están mostrando: no se puede perseguir una causa y satisfacer a los hombres. Los que recibían el favor de los poderesos, al verse menospreciados, te odian. Los que te siguen lo hacen, no por el bien ni por la meta de tus obras, sino por dañar a los que eran poderosos y cayeron en desgracia. De éstos, lo mejor es evadirse (no hay nada peor que los aduladores). De los primeros, estar vigilante: no pocas veces se han revelado como los mejores entre los hombres.


Esto ha servido a muchos desde antiguo. Y no tiene visos de cambiar mientras el hombre exista. Es su naturaleza; no hay más.

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