Vattimo (I) - Gehlen y el progreso

Toca abordar el problema de la post-modernidad. No es fácil. Choca con todo lo aprendido. La formación dialéctica-metafísica se revuelve contra un pensamiento debilitante. El ser deja de ser Presencia para convertirse en Evento que se desvanece. Leo a Vattimo. Hay un compromiso en pro de lo dionisiaco, del primer Nietzsche y el último Heidegger. Intento justificar mi creencia en el arte como expresión de verdad. Unas palabras acerca del progreso y su fin sirven de inspiración:
En Gehlen, dicha categoría indica la condición en la cual "el progreso se convierte en routine": la capacidad humana de disponer técnicamente de la naturaleza se ha intensificado y aún continúa intensificándose hasta el punto de que, mientras los nuevos resultados llegarán a ser accesibles, la capacidad de disponer y de planificar los hará cada vez menos "nuevos".
Cuántas veces este pensamiento ha rondado nuestras apuestas por la innovación... En las TeIC todo parece hecho y siquiera está empezado. Cómo se queman etapas de un futuro que no llega pero se muestra conquistado. No puede acelerarse más el progreso. Pero sigamos con Vattimo:
Ya ahora en la sociedad de consumo, la renovación continua (de la vestimenta, de los utensilios, de los edificios), está fisiológicamente exigida para asegurar la pura y simple supervivencia del sistema: la novedad nada tiene de "revolucionario", ni de perturbador, sino que es aquello que permite que las cosas marchen de la misma manera.  
Cobra sentido desde este ángulo de hablar del Fin de la Historia. El metarelato de superación se agota; no es capaz de producir nuevos horizontes. Se limita a una repetición constante del modelo ilustrado; ya no hay superación, sólo cambio de lo mismo que reaparece constantemente.
Existe una especie de "inmovilidad" de fondo en el mundo técnico que los escritores de ciencia ficción a menudo representaron como  la reducción de toda experiencia de la realidad a una experiencia de imágenes (nadie encuentra verdaderamente a otra persona; todo se ve en monitores televisivos que uno gobierna mientras está sentado en una habitación y que ya se percibe de manera más realista en el silencio algodonado y climatizado en el que trabajan las computadoras.
No encuentro ninguna razón para continuar una presencia virtual. Es la aproximación más estéril de nuestra especie. Es, a la vez, la más indecorosa. Cuánto estamos perdiendo de nuestra inteligencia - la que porta nuestro genoma - con este modelo de desarrollo. El hombre se transforma. Piensa que tiene una oportunidad de continuar su vida en lo virtual. No acepta el final que le caracteriza el ser que emerge y desaparece. Pierde su humanidad. Es otra cosa. 
 Reflexiones al hilo del texto de Gianni Vattimo, "El fin de la Modernidad".
VATTIMO, G. El fin de la modernidad. Nihilismo y hermenéutica en la cultura posmoderna. Gedisa: Barcelona, 1987, p. 14. 


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