Pantallas


Observo a la gente mirando a sus pantallas móviles. Me observo a mí. Una pregunta me ronda: "¿por qué miro a esta pantalla?". 
Recuerdo los días de niñez cuando sonaba el decádico instrumento de comunicación y corríamos los hermanos a cogerlo. Era un juego de niños recibir los mensajes y copiarlos a nuestros padres. 
Pero algo más se ocultaba tras la prisa en atender el timbrar: la expectativa de un suceso, un "llamado", una invitación al contacto
Esto parece ser lo que provoca el continuo atender al asistente digital, el lugar donde radica el éxito de la aplicación de movilidad y de la web social de turno. 
Son espacios de expectativas. Todas las llevamos dentro y estas herramientas son sus portadoras. 
Han venido para quedarse porque son tremendamente humanas. 
Cuando los deseos se albergan en pantallas olvidamos que éstas siempre están delante, ocultando y llamando hacia sí la atención, mientras que otra pantalla hace o logra secretamente una cosa.

Pensamientos.

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