Confusa ética

Han pasado cosas. Guardar silencio es tanto como otorgar. Podía tratar el tema de la ética, de su confusión con la política, de su acervo moral… pero me temo que aparecerían inquisidores vistiendo la toga ática; y otro Areópago se celebraría. 

No andemos por ese lodazal, que la verdad encuentre su camino, ascendamos a la nívea frescura de la montaña Zaratustra, caminemos con Séneca, dejemos que él muestre el acantilado de la Santa Ignominia:
“Recabaste de mí, Novato, que escribiese cómo podía ser apaciguada la cólera, y no sin razón me pareces espantarte en particular de esta pasión, de entre todas sumamente repulsiva y rabiosa.
¿Quién y qué lo llama “ético”? Si lo que clama ese graznar es, ¿“venganza”? En algún lugar, alguna Furia, está dando coces, a un lado y a otro, incontenible, y ha encontrado una víctima y un medio – un altar – mundano.
“En las demás, ciertamente, algo de quietud y placidez hay, ésta es todo arrebato y a impulsos del despecho; en absoluto humana, furiosa en su ansia de guerras, sangre, tormentos; con tal de dañar al otro, descuidada de sí, precipitándose sobre sus propios dardos”.
Miras Furia – y no estás viendo – que todo ese mal que agitas lo agitas contra ti, y te alimentas de un rencor qua acabará consumiéndote. ¿De dónde vendrá tanta enfermedad?¿Quién podrá reparar tu malignidad, tu-morada?
“¿Y qué?¿Contra los gladiadores por qué el gentío se enfada y tan inicuamente que considera una ofensa el hecho de que no mueran de buena gana? Estima que es despreciado y con su expresión, su ademán, su excitación, de espectador se trueca en enemigo”.
Pero el Gladiador que observabas, pérfida, nunca te ofendió; ni siquiera mostro dolo a tu prejuicio y veredicto. ¿No soportabas ser un mero espectador? Quizá era duro el asiento del banquillo, y llevas mal ser secundaria… Tuviste tu momento, hiciste mucho bien, ¿a qué esta insidia?, ¿por qué este ensañamiento? Pero tranquila, Furia, que tu enfermedad está diagnosticada:
“Cualquier cosa que sea lo tal no es ira, sino cuasi ira, como la de los niños, que si se han caído, quieren se pegue al suelo y muchas veces ni siquiera saben con qué están enfadados, sino tan sólo que están enfadados, sin motivo y sin atropello, con todo, no sin una especie de atropello y no sin un deseo de castigo”.
Necesitas sentir que te atendemos, que escuchamos tus sollozos, que prestos vamos a tus caprichos; porque tú no eres culpable, Furia, son los demás los que te han hecho insolente, maleducada, maledicente, enemiga de la paz, amante de lo falso, urdidora de tramas, hechicera de lo verosímil; tú no tienes la culpa, son los demás …
“Por tanto, son engañados: con la simulación de unos azotes y una fingidas lágrimas de quienes les consuelan, se calman y mediante una supuesta venganza un supuesto dolor queda eliminado”.

Ya lo sabemos, sin razón, sin fundamento, sólo necesitabas cariño, y una chuchería. 
Qué cara nos has salido.

Para A., siempre nos quedará Roma.
"De la Ira", Séneca.

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