Big Data? Till now… Big Tales
El pasado miércoles asistí a un evento organizado por una Administración Local de la mano de una telco y una entidad financiera española. Primera pregunta que un hombre sensato se hace: “¿por qué este extraño matrimonio a tres?”, “¿qué hace una Administración fotografiándose con dos multinacionales?”, “¿es una declaración de intenciones?”…
Pero dejemos las suspicacias a un lado. La intención del evento era poner – blanco sobre negro – el concepto de Big Data y las oportunidades que del mismo podían emerger. De todos los ponentes únicamente pude admirar el trabajo de dos: la representante de la unidad de investigación de la entidad financiera y el representante de una startup de la telco mencionada; sin duda, ambos sabían de qué hablaban. “¿Qué fue del resto?”, se preguntarán mis dos anónimos lectores. De una parte, solo política, posicionamiento de una ciudad, encuentro de una Administración Local con un modelo que se espera sea productivo y sostenible. De otra, solo marketing, mucho marketing, ganas de entrar en un mercado que se ha mostrado esquivo en los últimos doce años. ¿Qué empresa telco está pasando apuros en nuestro pequeño mercado? Cuando hay sangre en el agua los tiburones no tardan en aparecer (Eunate dixit), y en esa estamos.
Poco big data (así, en minúsculas), algo de Business Intelligence, y excesivo marketing. Un tiempo mal gastado, rematado con el típico cocktail que nos caracteriza (es una lástima; terminaremos siendo un país dedicado a la restauración como principal actividad productiva), pero me quedo con unas frases que, en sí, dan que pensar:
"Si alguien te da algo gratis es que eres mercancía".
Y otra: "La propiedad del dato no está definida".
Lo mejor, una metáfora reflejada por la startup entre un río y una presa; esa imagen recoge con fuerza plástica todo lo que puede significar una aportación de sentido a un mare mágnum de información, ora conexa, ora atribuida, y la mayor parte de las veces, desconectada: ¿Quién puede encontrar la melodía en el ruido?, ¿cuánto valen los datos que produce una organización? ¿No será el momento de replantearnos cuanto supone en nuestro activo toda la información amasada de nuestras operaciones internas y externas? En otras palabras: "¿cuánto valen los datos que mantengo?" , "¿hay alguien dispuesto a pagar por ellos?" Empieza a percibirse un Big Yes.
Por ahora hay mucho ruido, mucho posicionamiento, algunas aplicaciones y pocos resultados. Es una loca carrera para salir primeros en los Big Titles y en los Smart Ideas de turno. Queda mucho trabajo. El marketing está de más; de hecho, estorba; quema etapas, siembra expectativas y no aporta sino frustración. Es el momento de los ingenieros y los matemáticos, no de los mercaderes.
Pero dejemos las suspicacias a un lado. La intención del evento era poner – blanco sobre negro – el concepto de Big Data y las oportunidades que del mismo podían emerger. De todos los ponentes únicamente pude admirar el trabajo de dos: la representante de la unidad de investigación de la entidad financiera y el representante de una startup de la telco mencionada; sin duda, ambos sabían de qué hablaban. “¿Qué fue del resto?”, se preguntarán mis dos anónimos lectores. De una parte, solo política, posicionamiento de una ciudad, encuentro de una Administración Local con un modelo que se espera sea productivo y sostenible. De otra, solo marketing, mucho marketing, ganas de entrar en un mercado que se ha mostrado esquivo en los últimos doce años. ¿Qué empresa telco está pasando apuros en nuestro pequeño mercado? Cuando hay sangre en el agua los tiburones no tardan en aparecer (Eunate dixit), y en esa estamos.
Poco big data (así, en minúsculas), algo de Business Intelligence, y excesivo marketing. Un tiempo mal gastado, rematado con el típico cocktail que nos caracteriza (es una lástima; terminaremos siendo un país dedicado a la restauración como principal actividad productiva), pero me quedo con unas frases que, en sí, dan que pensar:
"Si alguien te da algo gratis es que eres mercancía".
Y otra: "La propiedad del dato no está definida".
Lo mejor, una metáfora reflejada por la startup entre un río y una presa; esa imagen recoge con fuerza plástica todo lo que puede significar una aportación de sentido a un mare mágnum de información, ora conexa, ora atribuida, y la mayor parte de las veces, desconectada: ¿Quién puede encontrar la melodía en el ruido?, ¿cuánto valen los datos que produce una organización? ¿No será el momento de replantearnos cuanto supone en nuestro activo toda la información amasada de nuestras operaciones internas y externas? En otras palabras: "¿cuánto valen los datos que mantengo?" , "¿hay alguien dispuesto a pagar por ellos?" Empieza a percibirse un Big Yes.
Por ahora hay mucho ruido, mucho posicionamiento, algunas aplicaciones y pocos resultados. Es una loca carrera para salir primeros en los Big Titles y en los Smart Ideas de turno. Queda mucho trabajo. El marketing está de más; de hecho, estorba; quema etapas, siembra expectativas y no aporta sino frustración. Es el momento de los ingenieros y los matemáticos, no de los mercaderes.
Para L. de M., confiando que la próxima seré más educado.
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