Vacío y sentido
Vacío es lo que queda cuando tomas consciencia de lo absurdo de nuestras vidas, de su abismal carencia de sentido, de su rareza. No son sino excepciones, caprichos de la Naturaleza sembradora de vida y de muerte, muerte que es necesaria para el surgimiento de nueva vida. Para la ciencia es esa la trascendencia que nos queda, y no hay más. En esencia, no hay esencia. Mera combinación de elementos, elementos formados - parece - en el magma primigenio. Lleva un prejuicio romántico a pensar que ese magma volverá a formarse y que de él emergerán nuevos elementos, que caprichosamente adoptarán nuevas formas. Quizá ese infinito sea nuestra trascendencia: no como especie ni como individuo, sino como partícipes de la miriada de seres potenciales, probables. Resignado consuelo del físico y el matemático... pero esto no resuelve ese vacío. ¿Sentirse polvo de estrellas puede consolar a alguien?, ¿qué significa eso para un hombre?; son nuevos mitos, nada más. ¿Por qué un hombre necesita un sentido? ¿Cómo se llena ese vacío? Para algunos serán la familia y los amigos, las ocupaciones y quehaceres. Para otros el estudio y la vida en retiro, la fe en una creencia. Yo solo encuentro en la expresión artística apasionada – en lo radicalmente humano, lo in-natural, en su proyección extática - aquello que pueda elevarnos. La danza quizá sólo sea un juego, pero muy humano. Contradigo a Sartre: el hombre no es una pasión inútil.
Confesiones (II)
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