Derrida (III) - La aceleración del tiempo y la resistencia

Pr.: —Existen otros fenómenos de aceleración del tiempo que nos sobrepasan, como el de la evolución de las tecnologías, que está un poco en contradicción con lo que se podría denominar el aguante del pensamiento. Las conexiones informáticas se hacen muy deprisa, más deprisa que las conexiones sinápticas.
J. D.: —Es verdad, a pesar de que las conexiones sinápticas vayan muy deprisa. Dicho eso, creo que la transformación tecnológica es uno de los factores esenciales de la aceleración política. Los fenómenos políticos de los que hemos hablado no han podido acelerar su devenir sino en función de la aceleración tecnológica. Se ha dicho a menudo que un régimen totalitario no sobreviviría a cierta densidad de la red telefónica. Tampoco resiste a cierta densidad de la información televisiva, del correo, etc. La tecnología y la política van de la mano en su aceleración.
Pr.: —Sí, pero esa medalla también tiene su reverso, lo que se puede denominar el liberalismo salvaje… ¿Cómo resistir a otras formas hegemónicas de presión, cómo defenderse de ellas y cómo defender la democracia? ¿Cómo luchar frente a un poder político que se torna totalmente dependiente del poder económico, que se convierte en una especie de mano ciega? El pensamiento, que necesita tiempo, resiste con dificultad.
J. D.: —Los peligros a los que usted alude están vinculados con las oportunidades. La concentración del poder económico que rige a los media, a las telecomunicaciones, a la informatización, es en efecto un peligro para la democracia, pero puede ser al mismo tiempo una oportunidad de democratización. ¿Cómo responder al peligro sin anular la oportunidad? ¿Cómo reservarle una oportunidad a un pensamiento que no regula su ritmo a ese ritmo? No tengo ninguna respuesta normativa ni general; creo que hay que resistir inventando una forma de resistencia que no sea reaccionaria o reactiva. Por ejemplo, no hay que arremeter sólo contra la tecnología, las telecomunicaciones, la televisión de forma masiva, homogénea y unilateral, sin saber que esas máquinas pueden asimismo servir a la democracia. En cada situación hay que asumir de forma singular la responsabilidad de inventar una respuesta, y que cada cual imagine la mejor negociación posible (...) Ya que estamos atrapados en unos imperativos contradictorios, la respuesta buena no puede tener una forma general, inamovible y estática. Es preciso reinventarla. No puedo separar lo que usted denomina el pensamiento de la invención singular, de la responsabilidad tomada por cada cual a su ritmo (la cuestión del ritmo es importante, es necesario, en efecto, tomarse el tiempo para pensar y para leer). 

"¡Palabra! Instantáneas filosóficas", Jacques Derrida
Edición electrónica  
Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.
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