Derrida (I) - Escritura y democracia

Disponible para todos y cada uno, ofrecida en las aceras, ¿no es la escritura esencialmente democrática? Se podría comparar el proceso de la escritura al proceso de la democracia, tal como es instruido en la República. En la sociedad democrática, ninguna preocupación por la competencia, las responsabilidades son confiadas a cualquiera. Las magistraturas son sacadas a suertes (557 a). Lo igual es igualmente dispensado a lo igual y a lo desigual (558 c). Desmesura, anarquía; el hombre democrático, sin ninguna preocupación por la jerarquía, «establece entre los placeres una especie de igualdad» y entrega el gobierno de su alma al primero que llega, «como si lo decidiese la suerte, hasta que está saciado, y luego se abandona a otro, y, sin rechazar a ninguno, los trata en pie de igualdad... En cuanto a la razón (logon) y a la verdad (alecé), continué, las rechaza y no les deja entrar en la guarnición. Que se le diga que tales placeres vienen de deseos nobles y buenos, y tales otros de deseos perversos, que hay que cultivar y honrar a los primeros, reprimir y domar a los segundos, a todo eso responde con una señal de desdén, sostiene que todos son de igual naturaleza y que hay que honrarles por igual» (561 b, c).
"La Farmacia de Platón", Jacques Derrida. 
Primera versión publicada en Tel Quel (núms. 32 y 33), 1968.

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