Platón (I) - Fedro y la miel

Quiere mi destino que una parte importante de mi vida me la pase leyendo y otra, mayor si cabe, escribiendo. Es curioso a dónde me ha llevado mi vocación filosófica con mi profesión técnica. Siempre hay un espacio para aplicar mito a la ciencia. Cuando un texto (textura y materia son sinónimos) lo libero y adquiere vida propia es cuando, éste, prueba a medir a sus intérpretes (un texto mide siempre a quién le lee). Así, accidentalmente, encuentro a Platón, el viejo, y me hace sonreír recordando "la miel en la boca..."
SÓCRATES.—Éste es, mi querido Fedro, el inconveniente así de la escritura como de la pintura: las producciones de este último arte parecen vivas, pero interrogadlas, y veréis que guardan un grave silencio. Lo mismo sucede con los discursos escritos; al oírlos o leerlos creéis que piensan; pero pedidles alguna explicación sobre el objeto que contienen y os responden siempre la misma cosa. Lo que una vez está escrito, rueda de mano en mano, pasando de los que entienden la materia a aquellos para quienes no ha sido escrita la obra, y no sabiendo, por consiguiente, ni con quién debe hablar, ni con quién debe callarse. Si un escrito se ve insultado o despreciado injustamente, tiene siempre necesidad del socorro de su padre; porque por sí mismo es incapaz de rechazar los ataques y defenderse.
FEDRO O SOBRE LA BELLEZA, Platón.
Extracto de la edición digital de la Escuela de Filosofía Universidad ARCIS.
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