Falta valor, eso es lo que pasa


Entristece ver que siendo tantos seamos tan pocos. ¿Colaborar entre nosotros? Me temo que imposible. "¿Qué me puedes dar tú que no tenga yo?", comentaba un buen amigo. Esa es la aptitud generosa de nuestras empresas... El ejemplo japonés no cunde por nuestros lares; ver cómo el cliente viaja a la empresa proveedora para poner los medios que les permita reanudar su producción es algo que - simplemente - emociona. ¿Alguien puede esperar eso de nosotros? Falta mucho para ello.

Yo me pregunto: ¿dónde se quedó nuestro carácter emprendedor?¿dónde nuestro coraje?¿hemos perdido el legado de nuestros abuelos? Viven nuestras empresas, viven nuestros empresarios, viven los hombres de empresa, a golpe de subvención. No hay valor para abordar iniciativas que nos trasciendan. Es la vida cómoda, eso es lo que nos pasa. Todos compartimos que aquí no hay negocio, todos que hay que ir fuera, todos hablamos y hablamos, pero... ¿quién da el paso de motu propio?¿quién se arriesga?¿quién se juega el patrimonio por un destino incierto?

No tenemos valentía. Preferimos morir de inanición tranquilos que trabajar por conseguir el alimento. ¿Qué podemos esperar de un tejido empresarial así? Poco, o nada. Podemos trabajar para crear otro. Esa metáfora del balón que escuchamos unos pocos ayer guarda un profundo secreto: "buscad la esencia, dejadla rodar y veréis como nace una industria alrededor".

Dice nuestro alcalde que hacen falta hombres de hierro. Sí, es seguro. También mujeres con carácter, creativas, ambiciosas, luchadoras... también de hierro pero con guantes de seda.

¿Qué podemos hacer para converger? Me temo que alguno empezará a adquirir los recursos de otros que no muestran el valor necesario para salir adelante. Esto pasará. Quedarán unas pocas, pero serán verdaderas empresas; tenemos un mundo al alcance de nuestro teclado. ¿Hasta cuándo? Aquí nada para, excepto nuestra inacción.

Si nuestras empresas no sirven, creemos modelos nuevos.

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