Huelgas para un mundo nuevo

Otra vuelta de tuerca, otra ignorante huelga, otro espacio de oportunidad perdido. ¿Quién piensa que ganamos algo saliendo en la prensa internacional con motivo de disturbios y altercados? ¿Dónde está nuestro modelo de transición? ¿Dónde nuestro civismo? No es así como vamos a conseguir romper la maquiavélica espiral: recortes presupuestarios, reducción de servicios, incremento de presión fiscal, pérdida de productividad, ahogamiento crediticio, reducción de la inversión y pérdida de empleos y de talento.

El derecho a la huelga costó demasiado en nuestro país para malgastarlo. Es una poderosa herramienta para el equilibrio entre el capital, la producción y el reparto de riqueza, pero es una pésima aliada si cae en manos inadecuadas. Seguro que hay razones para ella; todos estamos viendo amigos que pierden su puesto de trabajo, también empresarios (también amigos) que se ven abocados a liquidar sus empresas (y con ello sus patrimonios); pero pretender que el Gobierno de España es responsable último de lo que acontece, bien por acción, bien por inacción, es simplemente pueril.

Es una lástima pero no hay espacio para la acción política, no desde el ámbito regional ni estatal; sí desde el ámbito paneuropeo; sí desde el espacio OCDE. Es el capital - liberado de sus ataduras nacionales - el que marca el tempo y el ritmo de lo que acontece. Un país, ni siquiera EE.UU., carece de medios para llevar a ese animal a su redil (hace mucho que dejaron de ser la potencia que fueron; son conscientes de su decadencia y saben que tienen que gestionarla; son, en sí mismos, una amenaza por su indiscutible poder militar: ¿cómo se comportará la primera democracia del mundo cuando el poder político no esté al mismo nivel del poder militar? todavía tenemos mucho que ver). Hacerlo de forma unilateral sólo conduciría a políticas proteccionistas que acarrearían nuevas desgracias: primero, en los países emergentes que están buscando su hueco en el espacio internacional; segundo, y no más tarde, en los países que levantan fronteras a sus mercados, porque el aislamiento conduce a la pérdida de competitividad, a la auto-complacencia, a acentuar el proceso de decadencia; "vivir en soledad es un agostar el alma".

¿Para qué ha servido la última huelga? Para nada... no; para constatar la debilidad de los agentes sociales, para constatar la debilidad de la sociedad, para constatar el miedo y la aceptación, sí. Es necesaria otra forma de intervenir en le discurrir de nuestro mundo. No podemos conformarnos con la docilidad y con nuestra acción en forma de votos a tirios o troyanos cada tres o cuatro años, no.

Es el momento de actuar. El terreno de juego no son los estados nacionales (ellos no pueden). El terreno de juego está en las bases del capitalismo: el consumo y el movimiento de personas y capitales. El mundo que hemos creado (decir "creado" es demasiado ambicioso; mejor, el mundo que hemos "heredado") sienta sus pilares en el consumo. Para hacer daño al sistema en sus bases basta con no-consumir, y no-consumir de forma organizada: "ahora no compro este coche, ahora no compro este viaje, ahora no participo del juego político, ahora no voto...". Si a la inacción se le añade la manifestación constante nada puede detener un cambio en las reglas de juego. Para ello no hace falta asaltar el Congreso, ni el Parlamento, ni insultar a nuestros conciudadanos (la clase política no es distinta de la del resto de los mortales; al fin y al cabo, cualquiera puede gobernar en un país; insisto, cualquiera; es más, insultar a la Democracia es irreverente: ¿quién puede mostrar una forma de gobierno más justa y equilibrada?). La manifestación y la inacción fueron las fuerzas que acabaron con el colonialismo inglés en la India. Hoy el colonialismo no tiene color ni patria (en sentido estricto se pueden señalar algunas capitales pero es mejor no apuntar con el dedo; sus ciudadanos tampoco duermen tranquilos; la demagogia sobra en estos temas), no tiene color, no tiene patria, pero persiste. Se puede hacer un gran daño a todo el sistema con dejar de consumir y realizar manifestaciones cada fin de semana. Eso no hay gobierno que lo soporte. Una, dos, tres... huelgas al año son como una gota en un océano. No perdamos el tiempo y no dejemos de ser productivos, no dejemos de ser creativos. Cambiemos las reglas del juego y ganaremos la partida.

La crisis puede ser la antesala de un mundo más justo en el Norte y en el Sur, en Occidente y en Oriente. También puede ser la antesala del infierno. Elegir un camino u otro está en nuestras manos. No esperemos que los Estados por sí solos lo hagan. Solos no pueden. Tomemos las riendas y escribamos una página en la Historia. El siglo acaba de empezar.  

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