Carlyle (II) - El Culto del Héroe


rriesgadas palabras de Carlyle, posible germen del pensamiento nietzschiano, de la búsqueda del súper-yo, del Zaratustra, arriesgadas palabras no exentas de un fondo de verdad. Cada época ha tenido sus grandes hombres y la historia bien puede ser una ligazón de las obras de los mismos:

"Ahora bien, si la adoración de una estrella tuvo algún significado, ¿cuánto
más la tendría la de un Héroe? El culto del Héroe es admiración que
trasciende, que se siente por un Gran Hombre. Afirmo que los grandes
hombres son admirables; creo que en el fondo nada hay más admirable. En
el pecho del hombre no hay sentimiento más noble que la admiración sentida
por otro superior a él. Eso es lo que influye en su vida vivificándolo, lo que
influyó e influirá siempre. La Religión se basa en eso, a mi entender, no sólo
el Paganismo, sino religiones mucho más sublimes y verdaderas, todas las
conocidas. El Culto del Héroe, la admiración cordial, sumisa, ferviente,
ilimitada, sentida por una más noble y divina Forma de Hombre; ¿no es ése
el germen del Cristianismo? El más sublime de todos los Héroes es Uno, Uno
que no nombramos ahora. Que el silencio sagrado medite sobre ese tópico
sagrado; ya veréis que es la perfección de un principio que vive a través de
la historia del hombre sobre la tierra. Al inclinarnos ante los
hombres reverenciamos esta Revelación Encarnada."

(...)

"Hoy es corriente creer que el Culto del Héroe, tal como lo entiendo, ha
decaído, desapareciendo finalmente. Nuestra época parece negar la
existencia de grandes hombres, para negar que su descubrimiento sea
deseable, debido a razones que habría que discutir. Mostrad a nuestros
críticos un gran hombre, un Lutero; inmediatamente comienzan a explicarlo,
como dicen, no a venerarlo, sino a medirlo, acabando por empequeñecerlo.
Fue hijo de su Época, afirman; la Época fue quien le llamó, la que lo hizo
todo; él no hizo nada, de no ser lo que el crítico pudiera haber hecho. Para
mí, esa tarea es melancólica. ¡La Época fue quien lo llamó! Todos conocimos
Épocas que se cansaron de llamar a su gran hombre, sin que éste acudiera.
No existía, porque la Providencia no lo había enviado. Desgañitóse la Época
gritando cuanto pudo, produciéndose confusión y catástrofe porque el gran
hombre no acudió al llamamiento."

(...)

"Observamos que en toda época fue el
Gran Hombre salvador indispensable de su tiempo, la llama sin la cual nunca
se hubiera encendido el haz. Ya dije que la Historia del Mundo es la Biografía
de los Grandes Hombres."

(...)

"El verdadero hombre
siente su superioridad al reverenciar lo que realmente le supera. El corazón
no abriga sentimiento más noble ni bendito. Me complace observar que ni la
lógica escéptica, ni la vulgaridad general, ni la hipocresía y aridez de
cualquier época, pueden destruir esta noble lealtad innata, esta veneración
arraigada en el hombre. En tiempos de incredulidad, que pronto se
convietten en tiempos de revolución, se observa decadencia, lastimosa
podredumbre y ruina. En esta indestructibilidad del Culto del Héroe paréceme
ver hoy la dureza del incorruptible diamante, dureza que no puede ablandar
la caótica situación revolucionaria. El confuso estado de lo que se
desmorona, cruje y se desploma a nuestra vista en los períodos
revolucionarios, llegará a ese nivel, pero nunca más abajo; el Culto del Héroe
es la piedra básica eterna sobre la que podemos edificar siempre. La
adoración más o menos ferviente que el hombre rinde al Héroe, la reverencia
que todos sentimos por los Grandes Hombres, es para mí la roca viva
inconmovible, a pesar de las catástrofes, el punto fijo en la historia moderna
revolucionaria, que de no perdurar, sería abismo, mar sin orillas."

Thomas Carlyle, "El Héroe".

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