Carlyle (i) - Dios y Tiempo
"El gran misterio del Tiempo, de no haber otro, esa cosa ilimitada, silenciosa,
inestable, llamada Tiempo, que transcurre veloz, especie de marea oceánica
que lo abarca todo, en el que estamos sumergidos los seres y el completo
universo como exhalaciones, que son y luego no son, será siempre un
milagro que nos hace enmudecer, porque no disponemos de palabras para
definirlo. ¿Qué podía saber de este Universo el hombre inculto? ¿Qué
podemos saber nosotros? Que es Fuerza, innumerable Complejidad de
Fuerzas, una Fuerza que no es nosotros. Eso es todo; que no es nosotros,
que difiere por completo de nosotros. Fuerza, Fuerza y Fuerza en todas
partes; somos misteriosa Fuerza en el centro de esa otra. En toda hoja que
se pudre en el camino hay Fuerza; si no, ¿cómo se pudriría? Para el Pensador
Ateo (de ser posible su existencia), sería también milagro este inmenso e
infinito vórtice de Fuerza que nos rodea, que no reposa nunca, gigantesco
como la Inmensidad, viejo como la Eternidad. ¿Qué es? Los creyentes
responden: Omnipotencia Divina. La ciencia atea balbucea tristemente sobre
ello, empleando nomenclaturas científicas, experimentos, cualquier cosa,
como si se tratara de algo inerte, que pudiera enfrascarse en una botella de
Leyden y venderse en los mostradores; pero el sentido natural del hombre,
en toda época, si quiere aplicar noblemente su sentido, declara que es cosa
viviente, inexplicable, Divina, ante la cual, lo mejor que podemos hacer, tras
tanta ciencia, es empequeñecernos, prosternarnos fervorosamente, humillar
nuestro espíritu, adorar en silencio si no encontramos palabras."
Thomas Carlyle, "El Héroe".
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