Razones para no dormir (I)

Es una larga noche de Agosto. Los pensamientos de amontonan, sin ceder el paso, uno tras otro demandando su respuesta a mi conocimiento. La inquietud asoma allí donde detengo mi mirada... Son 41 y el mundo ha cambiado profundamente desde los dulces 25. Una buena posición, un reconocimiento, un buen trabajo, gente que te quiere... todo perecedero. Hago balance de estos 20 años recorridos y veo todo lo bueno caminado; sin embargo, el alma no está tranquila. De una parte me digo que esto es bueno porque me mantiene despierto, alerta. De otra me lleva a cuestionarme si erré en el camino, si no había otro esperando y no acerté a encontrarlo. Mi pasión por la filosofía, ¿incompatible con la ciencia a la que debo mi vida? Mi pasión por la religión y la cultura, ¿un accidente en el determinado mundo TIC donde me desarrollo? Quizá sí y esto explica porqué me muevo en la consultoría, en el cultivo de la relación y en la "enseñanza del camino". Pero, ¿qué camino? Me esfuerzo por mostrar a las personas que pueden desarrollarse en los planos personal y profesional; primero el humano, sin él serían objetos vacíos (sí, objetos, porque para ser sujetos hay que ser hombres y mujeres; ser hombres y mujeres requiere ser miembros de la polis - hacer política -, ser hombres y mujeres requiere tener aspiraciones, anhelos, trascendencia, ser hombres y mujeres requiere un largo pozo de sabiduría, tanta como la de todos los que nos precedieron; por tanto, ¿se puede ser sujeto sin amar la cultura, sin desear la civilización, sin buscar nuestra trascendencia? por evidente silencio la respuesta). Si consigo uno donde encuentre ese fondo humano entonces todo mi esfuerzo por su crecimiento profesional sé que no será baldío. Pero la pregunta sigue sin respuesta: "¿qué camino?" Hoy me cuesta apreciar lo que hemos conseguido. Todo parece viejo, dulcemente podrido. Veo como los cimientos de nuestra sociedad se resienten en lo más íntimo (me están llegando imágenes nefastas de los años 30 del pasado siglo y tiemblo al pensar que nos aproximamos a las mismas soluciones), ¿dónde queda la solidaridad?, ¿dónde la protección del indefenso?, ¿dónde la convivencia?, ¿dónde la cultura?, ¿dónde el bienestar? La sociedad - la humana - se hunde en unas aguas que hemos creado y que llamamos mercado; esas aguas están creciendo por un importante diluvio que proviene del Este y que no hemos sabido-tenido la previsión de evitar. Ahora Occidente lo paga y para ello quema su modelo social. El Dragón ya se ha despertado y amenaza a nuestra libertad (la de los hombres y las mujeres). Yo no puedo dormir. Necesito-debo ayudar a mi gente a acabar con esto. No puedo estar quieto mirando como el río arrastra todo lo bueno que una vez hicimos.

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