Oteiza (III) - Destrucción de la Cultura
"El Bidasoa" ha muerto de lo que ha vivido últimamente: de comodidad. De indigestión de comodidad. Morimos espiritualmente por envenenamiento de tranquilizantes, que es la técnica que pone en juego la comodidad.
La gestación de una nueva mentalidad cultural ha concluído en el mundo. Hasta ahora secretamente en el laboratorio del arte. Vamos a ver que surge a nuestra vista. Nos intranquilizaba una vida interior. Las madres que tenían un niño dentro querían estar tranquilas. Ahora comienzan a nacer niños deformados. Por falta de adhesión a la vida, a la intranquilidad creadora de la vida. No es el arte nuevo, la estatua, la novela, el poema, el cine, que están deformados. Somos nosotros los que no hemos dejado nacer y sufrir normalmente, por una mostruosa, deforme y culpable tranquilidad.
(...)
Esta puede ser la hora en que nos decidamos a contemplar nuestra verdadera situación. De señalar4 la parte de nuestra sociedad, de nuestros organismos culturales, de nosotros mismos, destinada a esta misión conservadora de nuestra tranquilización espiritual.
Cuando vemos estallar un cohete en el aire, estas costosas luces tranquilizantes que ensucian la noche, no estamos de fiesta. Un cohete es un libro que se quema en la biblioteca. Pensemos que las bibliotecas que no tenemos las hemos quemado nosotros mismos, Queríamos fiestas tranquilizantes (¿quién las quiere?), festejos, depòrtes, velódromos, bandas municipales de música. Y no sabemos cómo es la música de nuestro tiempo, el arte de nuestro tiempo, el pensamiento de los hombres de nuestro tiempo. Y ahora nos tenemos que integrar en un mundo que nos lleva mucha ventaja, mucha intranquilidad espiritual por delante de nosotros.
Oteiza, "Aranzazu, cultura y tranquilizantes", 1962, QUOSQUE TANDEM...!
La gestación de una nueva mentalidad cultural ha concluído en el mundo. Hasta ahora secretamente en el laboratorio del arte. Vamos a ver que surge a nuestra vista. Nos intranquilizaba una vida interior. Las madres que tenían un niño dentro querían estar tranquilas. Ahora comienzan a nacer niños deformados. Por falta de adhesión a la vida, a la intranquilidad creadora de la vida. No es el arte nuevo, la estatua, la novela, el poema, el cine, que están deformados. Somos nosotros los que no hemos dejado nacer y sufrir normalmente, por una mostruosa, deforme y culpable tranquilidad.
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Esta puede ser la hora en que nos decidamos a contemplar nuestra verdadera situación. De señalar4 la parte de nuestra sociedad, de nuestros organismos culturales, de nosotros mismos, destinada a esta misión conservadora de nuestra tranquilización espiritual.
Cuando vemos estallar un cohete en el aire, estas costosas luces tranquilizantes que ensucian la noche, no estamos de fiesta. Un cohete es un libro que se quema en la biblioteca. Pensemos que las bibliotecas que no tenemos las hemos quemado nosotros mismos, Queríamos fiestas tranquilizantes (¿quién las quiere?), festejos, depòrtes, velódromos, bandas municipales de música. Y no sabemos cómo es la música de nuestro tiempo, el arte de nuestro tiempo, el pensamiento de los hombres de nuestro tiempo. Y ahora nos tenemos que integrar en un mundo que nos lleva mucha ventaja, mucha intranquilidad espiritual por delante de nosotros.
Oteiza, "Aranzazu, cultura y tranquilizantes", 1962, QUOSQUE TANDEM...!
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