Apariencia. Virtud y decadencia de Roma (IV)

"Corbulón, que les salió al paso con sus tropas junto a la orilla del Éufrates, no quiso hacer una exhibición de enseñas y armas que dejara en entredicho la diferencia entre unos y otros; la tropa, triste y compadeciéndose de la suerte de sus camaradas, no podía contener las lágrimas, hasta el punto de que el llanto apenas permitió que se hicieran los saludos de ordenanza. Estaban ausentes la emulación de valor y la ambición de gloria, afectos propios de hombres felices; reinaba sola la compasión, y especialmente en los escalones inferiores.
[...]
Pero en Roma se estaban levantando trofeos por la victoria sobre los Partos, y arcos en medio del monte Capitolio, decretados por el Senado antes de que la guerra se hubiera decidido y que entonces no se abandonaron por cuanto se cuidaba de la apariencia despreciando la verdad públicamente conocida. Es más, para disimular la preocupación que producían los asuntos en el exterior, Nerón hizo arrojar al Tíber el trigo del pueblo estropeado por el tiempo, a fin de hacer creer que el abastecimiento estaba asegurado."
Libro XV. Cornelio Tácito, "Anales".

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