Ocurrió mucho antes del 29...

"16. Entretanto, una gran multitud de acusadores se lanzó sobre quienes aumentaban sus caudales con la usura, contraviniendo una ley del dictador César en la que se pone límite al crédito y a la posesión dentro de Italia, olvidada desde tiempo atrás porque el bien público se pospone al beneficio privado. Desde luego, era viejo en la Ciudad el mal de la usura, y causa muy repetida de sediciones y discordias, por lo que ya se la reprimía en los tiempos antiguos, en los que las costumbres estaban menos corrompidas. Así, en primer lugar, en las XII Tablas se estableció que nadie ejerciera el préstamo con un interés superior a una onza, cuando antes se procedía según el capricho de los ricos; luego, a propuesta de los tribunos, se lo rebajó a media onza; por último, se prohibió el interés. Y con muchos plebiscitos se salió al paso de los fraudes que, tantas veces reprimidos, resurgían por medio de mañas asombrosas. Pero entonces el pretor Graco, a quien había correspondido la instrucción de tal asunto, obligado por la multitud de los que se veían en peligro, dio parte al senado, y los padres, asustados - pues nadie estaba libre de culpa -, pidieron gracia al príncipe; él se la concedió, y se estableció un plazo de un año y seis meses dentro del que, según las disposiciones de la ley, cada cual debía arreglar sus cuentas patrimoniales.
17. De ahí surgió una escasez de numerario, al reclamarse a un tiempo todas las deudas, y porque habiendo sido tantas las condenas seguidas de subasta de bienes, la plata amonedada estaba retenida por el fisco o el erario. Ante ello, el senado había prescrito que cada cual invirtiera en tierras de Italia los dos tercios del dinero prestado. Ahora bien, los acreedores reclamaban la totalidad, y no resultaba decente para aquellos a quienes se reclamaba el hacer menguar su crédito. Y así empezaron con visitas y ruegos, luego se alborotó el tribunal del pretor, y las medidas que se habían arbitrado como remedios - la venta y la compra - se tornaban contraproducentes, puesto que los prestamistas se habían guardado todo el dinero para comprar las tierras. A la abundancia de ventas siguió la caída de los precios; cuanto más cargado estaba de deudas uno, mayor dificultad hallaba para vender sus parcelas, y se derrumbaban las fortunas de muchos. El desfondamiento de los patrimonios familiares estaba dando al traste con la dignidad y la reputación, cuando el César prestó su ayuda repartiendo por las bancas cien millones de sestercios, autorizándose su préstamo sin intereses durante tres años, si previamente el deudor ofrecía al erario del Estado una garantía del doble en predios. Así se restauró el crédito, y poco a poco se encontraron también prestamista particulares. Pero no se realizó la compra de tierras según el tenor del decreto del senado, pues casi siempre ocurre que tras unos comienzos enérgicos, al final se impone la indiferencia."
"Anales", Libro VI - Cornelio Tácito
Biblioteca Clásica Gredos, 19. págs.  355 - 357.
Traducción de José L. Moralejo

En memoria de Joaquín y Dimitris, muertos por no poder hacer frente a su crisis. 

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