El Desierto
Sirvan estas notas para guardar un recuerdo del sentido que la vida adquiere para Murakami en una novela que recoge un poco el testamento vital de cualquier hombre de nuestra generación:
- ¿En qué estás pensando? - me preguntó Yukito al entrar en la habitación.
Eran las dos y media de la madrugada. Yo estaba tendido en el sofá, aún despierto, con los ojos abiertos clavados en el techo.
- Pensaba en el desierto.
- ¿En el desierto? - preguntó Yukito. Se había sentado a mis pies y me estaba mirando -, ¿qué desierto?
- Un desierto normal. Un desierto con dunas y cáctus aquí y allá. Y muchas otras cosas que también viven allí.
- ¿Estoy también yo en este desierto?
- Por supuesto que sí - dije -. Todos vivimos en el. Pero, en realidad, lo único que vive es el desierto. Como en la película.
"Al sur de la frontera, al oeste del Sol", Haruki Murakami
- ¿En qué estás pensando? - me preguntó Yukito al entrar en la habitación.
Eran las dos y media de la madrugada. Yo estaba tendido en el sofá, aún despierto, con los ojos abiertos clavados en el techo.
- Pensaba en el desierto.
- ¿En el desierto? - preguntó Yukito. Se había sentado a mis pies y me estaba mirando -, ¿qué desierto?
- Un desierto normal. Un desierto con dunas y cáctus aquí y allá. Y muchas otras cosas que también viven allí.
- ¿Estoy también yo en este desierto?
- Por supuesto que sí - dije -. Todos vivimos en el. Pero, en realidad, lo único que vive es el desierto. Como en la película.
"Al sur de la frontera, al oeste del Sol", Haruki Murakami
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