Humanidad

Nos vamos acostumbrando a mantener una cierta distancia de lo que nos rodea. Mientras solo nos roce no le damos importancia, lo dejamos pasar. Pero hay días en los que la realidad se cruza en tu camino y debes elegir. Encontrar a un hombre tirado en el suelo y unas miradas cómplices y complacientes alrededor no es habitual, pero sucede. Entre pasar mirando a un lado o intervenir median pocos segundos y una amalgama de sensaciones cruzadas. "es un desheredado, tiene lo que se merece... es un hombre, el suelo no es su sitio, ¿nadie le ayuda? hazlo tú" Intervenir no es una opción: es un deber ético, moral. Después descubres que sufre la enfermedad de la adicción a las drogas, de la soledad, de la ruptura... que es un hombre "problemático". Un coche le pasa rozando. Haces una señal. En el bar no le ofrecen cobijo; tomas una silla, "no lo sientes que luego no se lo llevan"; le ayudas a levantarse, un tobillo roto, desconcertado por la penúltima dosis, se cae sobre el asiento... Llamas a una ambulancia; cuando piensas que no hay nadie allí aparece una mujer que le acompaña y te acompaña; desinteresada, movida por el sentimiento, cercana, humana... La ambulancia tarda, me reclaman, me mira y me dice "vete, me encargo yo; eres muy bueno"; se queda con él... veo las luces... ¿se lo llevan? no sé. Salimos, veo a la misma mujer: "vino su hermano y se lo llevó". Humanidad.

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