Viaje a Egipto
Ya han pasado cuatro semanas, tiempo suficiente para que las impresiones vividas dejen el poso necesario para leer su fondo. Es verdad, "Egipto es un regalo del Nilo". La belleza de sus orillas salpicadas de casas de adobe, sus aguas generosas, las artes de pesca, el desierto a cada lado. Egipto es sumergirse en el Río Tiempo hasta la presa y su mar confinado. El tiempo se estancó en el pasado siglo y ahora retrocede minuto a minuto. La miseria se adueña de la periferia de El Cairo y Alejandría. El caos gobierna las callejuelas donde todo puede perderse. Es Egipto una amalgama de voces y colores teñidos de ocre y tierra negra sobre el fondo rojo montañoso, en un tráfico endiablado, poblado hasta la extenuación, donde la mujer pierde terreno día a día, en un estado militarizado hasta la saciedad. La mayor opulencia para los menos y la máxima miseria para los más: eso no predica el Islam. Así está el occidente de oriente. La civilización que dio luz a la luz se oscurece. Mientras, las pirámides siguen ahí, latiendo, guardando lo velado en espera de un renacer, en tus aguas, herido Nilo.
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