Cartas desde el azul - Bikandi

O Vicandi, o como se quiera, porque te llamen como te llamen jamás habrá un hombre igual.
Ya partiste Javi, tú que siempre quisiste esta tierra. En tu casa de Cuba tus cenizas de vasco de Amorebieta, de Vitoria y de Bilbao, en tu jardín, para tus rosas. Hilda fue tu último amor, tu puerto y tu familia de acogida. No podías, no querías más esta vida. Hiciste todo y nada te daba ya alegría. Me cuenta que llevabas días sin comer, que no querías ir a La Habana, que ya no te movías... Te conozco y sé que esperabas a la bella negra dama, sentado, tranquilo (porque tú no te morías Javi; tú solo la querías). Hilda te vistió de rojo y blanco, de tu Athletic querido, y nos llamó, rota, la tarde del viernes. Y Agustín, y Ane, y Janire, y  Marimar, y Ana, y Castillo, y Anahiansi... todas, compartiendo su tristeza. Nos despedimos en Bilbao. Javitxu y yo sabíamos que ya no regresarías (no esperábamos que el chiquitín abriera el camino, ¿verdad?). Hablamos el triste otoño (un ingeniero en el cielo) y nos volvimos a despedir en Navidades. Ahora sabemos que estáis juntos, riendo. Basta una buena mesa, cocineros; abriremos el txoko Gasteiz en el cielo. Ya os he elegido el vino. Haced un sitio para los amigos.


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