Sueños epilépticos - Anuiz
Dos noches consecutivas, la epilepsia acechando.
Rasurar la barba, gestionar la agenda y asistir al teatro del
absurdo.
Vida amurallada y antigua, gruta al balneario interior.
Dos noches y el duende,
la cita y la despedida.
En escalera excavada en la roca, lienzos en las paredes.
Alojamiento y alimento: satisfacción, placebo de la felicidad.
Dos rutas a un mismo destino.
Mar, dorado horizonte de Alisios vientos.
Febo luminoso abandona el carro tras las columnas de la isla.
En la calle del tren, un colegio: obra monumental abovedada,
Anuiz.
Mi chaqueta besa el húmedo pavimento y una voz obscura alerta:
“¡Sales
con lo que no tienes!, cruel compañía”.
Los perros se acercan y husmean: inquietos, presienten la divinidad.
Artemisa y Acteón, dos vidas desgarradas por la celosa jauría.
Artemisa y Acteón, dos vidas desgarradas por la celosa jauría.
El duende permanece y aguarda;
mis manos temblorosas, la epilepsia avanzando.
Es momento de despertar.
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