Cuando suba la marea

Bajo el venerable existir hay un ser que late.
La mayoría de los existentes carecen de corazón,
su ser se extinguió hace ya tiempo,
entregados a una cómoda satisfacción.
Satisfacción de la apariencia real.
Pero hay existentes magníficos,
que sienten el estruendo del silente latido
del ser que efectúa el llamado.
"¿A quién llamas?"
A los verdaderos hombres.
A aquellos que se adentran en la lejanía,
donde más nítido acontece el presente actual.
A aquellos que miran lo más próximo desde la inmensidad del abismo,
y escuchan y atienden lo que se muestra fuera de contexto,
pues ahí radica el acontecimiento,
lo inesperado,
la resplandeciente y fugaz llama,
de la que los mortales solo sienten su amortiguada brasa.
El ser, en preparación durante milenios, se agota súbito en el existente.
"Y entonces: ¿a quién buscas?"
A los esenciales.
A aquellos que sueltan las amarras del puerto Ser,
para adentrarse en las inexploradas aguas del mar Tiempo.
A aquellos que dejan atrás el continente Existencia,
prestos a navegar hacia el infinito torbellino,
al encuentro.

Aproximaciones heideggerianas desde los Negros Cuadernos.

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