La Modernidad y su Triunfo (II)

Es un compromiso y hay que cumplirlo. Exploro el camino del eterno retorno de lo mismo de la mano de Vattimo y Heidegger. T. no espera menos y en ello me juego mi propio encuentro. En la ruta miro el paisaje y como un árbol de sabiduría encuentro estas nietzschianas sentencias:

"Que únicamente esté justificada una interpretación del mundo en la que vosotros estéis justificados, en la que se pueda investigar y seguir trabajando científicamente en vuestro sentido (¿queréis decir realmente un sentido mecanicista?), una interpretación del mundo que permita contar, calcular, pesar, ver y coger, y nada más, es una tosquedad y una ingenuidad, suponiendo que no sea una enfermedad mental, una idiocia. O a la inversa, ¿no os parece harto probable que sea precisamente lo más superficial y externo de la existencia - lo más aparente de ella, su piel y sensualización - lo primero que se deja captar?, ¿quizá, incluso, lo único que se deja captar?"

Estas palabras de La Gaya Ciencia, (V-373), publicadas en 1882, resuenan hoy con la risa de Zaratustra, pero los oídos siguen sin estar prestos a escuchar. T. anuncia la llegada de la post-modernidad. Mucho me temo que pocos estén dispuestos a abandonar la seguridad de la superficie científico-técnica (¿no es acaso un nadar?) a replantearse esa Aurora. Porque el amanecer para una humanidad no metafísica requiere el abandono de toda la estructura judeocristiana (estructura de poder que encuentra su combustible en el incansable apetito del capital; pero se agota-rá, y entonces, ¿qué?). Ese abandono es un sumergirse en las negras aguas de nuestro Ereignis. ¿Estaremos dispuestos a bucear en esos abismos?¿Se acaba-rá la Historia o será un reanudar? Atrapados en el pensamiento de la dialéctica... 

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