La guerra fue una vez una sopa fría

La verdad, nunca se enfrió demasiado. Pudimos verlo con claridad en la posición tomada por las autoridades rusas frente al despliegue de radares para la detección temprana de amenazas de los estados "gamberros". Pudimos verlo cuando las autoridades chinas decidieron enviar un mensaje al espacio en forma de misil para destruir satélites (que en este caso no eran espías, pero que como ejemplificación sirvieron fielmente a la causa). Pudimos verlo en Corea del Norte (lo del Norte un eufemismo, sin duda), cuando el relevo generacional pone en el poder a un joven inexperto que amenaza al mundo (sic) con un holocausto si no se atiende a sus razones (moderados están siendo los coreanos del sur, japoneses y americanos; sí, todo un ejemplo de contención al más puro estilo oriental, pero por si acaso Japón ha puesto en marcha su maquinaria bélica porque hasta hace bien poco no había ni Ministerio de Defensa). Pudimos verlo en las revoluciones de los países islámicos. ¿A nadie le extraña que en Siria no haya sido derrotado el gobierno tiránico de una familia por la revuelta civil que sí triunfó en Egipto, Túnez y Libia? ¿Y cómo se propago el fuego revolucionario por el norte de África y el Oriente Medio? ¿No había líneas rojas que jamás se cruzarían? Ah, pero es que en Siria hay un puerto ruso que mira al Mediterráneo. 
Ahora Ucrania. Una revuelta social al más puro estilo soviético - ironías de la Historia - que triunfa (no sin sangre y sin exacerbados que confunden la libertad con el Estado) y derroca a un gobierno pro-ruso (mejor, pro-capital y pro-beneficio, porque no son los ciudadanos rusos el problema, no). Un país, Ucrania, roto y dividido entre su posición occidental y oriental. Un Estado que recuerda su pasado glorioso y se haya en el presente a medio camino y a punto de desintegrarse. Ah, pero es que hay otro puerto ruso que mira al Mar Negro (pero vaya, si es otra salida al Mediterráneo, en nada menos que la zona donde el petróleo del sur de la Confederación fluye, allí donde se mezclan turcos, georgianos, rusos, ucranianos, búlgaros y rumanos; nuestra frontera oriental, la de siempre, la griega).
No, la guerra ha dejado de estar fría. Alguien está llevando la sopa europea al microondas. Llega la Primavera y el calor no va a hacer sino acrecentar los ánimos. ¿Y ahora qué amigos americanos? ¿Seguiréis por libre? Porque sólo nos quedan los EE.UU. Aquí, los europeos, miramos a la nueva Rusia poscomunista con la cabeza "gacha", y los ojos vueltos. ¿Será que les necesitamos o que les tememos? Va siendo hora de formar un Estado Occidental con lo que quede de Europa (quizá lo llamemos la Gran Germania). Y sí, un Estado con sus fuerzas armadas y sus fronteras. Nos jugamos la libertad y nuestro futuro. Se lo debemos a nuestra raíces griegas y romanas.

Confundido, seguro, muy confundido.

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