El compromiso político
En mi pequeño y querido país volvemos a ser llamados a una nueva fiesta de la Democracia: elecciones en Euskadi 2012. Lleva el actual Gobierno bastante tiempo sin rumbo, "amortizado". En su intimidad sienten que ha sido una excepción, algo sin par, difícilmente repetible. Es una lástima pero gran parte de la responsabilidad de ello está en su maleta. Euskadi es difícil, compleja, una nación de facto pero un Estado sin completar (quizá no falte mucho para ello; quizá llegue a verlo). En el pasado siglo fue receptora de importantes migraciones: tierra de riqueza, nuevo hogar para muchos, punto de encuentro y de intercambio para todos, "crisol de culturas", ... Una acción política fundada en la convivencia de múltiples culturas puede ser loable; en el mundo globalizado es, seguro, imprescindible; pero en nuestro pequeño país no es el pegamento para continuar en el Gobierno. Euskadi es difícil, compleja, pero su sociedad está cada vez más cohesionada. Euskadi necesita un proyecto propio y, en eso, el actual partido en el gobierno ha fallado.
Antes del verano ya sonaban las campanas; las elecciones se veían venir y ya están aquí. Ahora, ¿qué podemos hacer? Son escasas las ocasiones en las que los/as ciudadanos/as tienen la oportunidad de influir en la construcción de su país. Por tanto, no deben ser desaprovechadas. Llega el momento de la responsabilidad, del compromiso, del programa... Cada voto debe ser un contrato entre el/la ciudadano/a como sujeto social y sus representantes. Un contrato extenso, detallado, sin letra pequeña ni trampa; un contrato en firme, algo que poder denunciar si luego se incumple o se aparca. ¿Está mi pequeño país maduro para ello? Pienso que no, todavía no. Se valora poco cada voto porque se valora poco la aportación de cada individuo. En esto, la futura República, deberá reflexionar. Nuestro defecto (el defecto de nosotros, los vascos), radica en nuestra perdida individualidad (hubo entre nosotros hombres geniales: Unamuno, Zubiri, Oteiza, ... irrepetibles; primero hombres, después vascos), en nuestra tranquilidad de rebaño (a veces siento lo difícil que es para nosotros salir de la cuadrilla, del txoko... abrir nuestras puertas al aire fresco; vivimos cómodos entre los nuestros y - con ello - nos perdemos muchas cosas que ocurren fuera). Yo quiero un compromiso individual de nuestros partidos (de los hombres y mujeres que están en la primera línea de la acción política), un compromiso refrendado por escrito, firmado por todos/as, un compromiso que hable de modelo social, de sostenibilidad, de crecimiento, de modelo de país, de modelo de Estado, de política científica, de política cultural, de nuestra educación, de nuestra participación en los foros supraestatales..., en definitiva, de nuestra presencia y acción aquí y fuera de aquí.
En verdad no me agrada pero pienso que no voy a conseguirlo; otra vez me veo atado a un voto en blanco. ¿Quién quiere firmar un compromiso? Yo me apunto.
Antes del verano ya sonaban las campanas; las elecciones se veían venir y ya están aquí. Ahora, ¿qué podemos hacer? Son escasas las ocasiones en las que los/as ciudadanos/as tienen la oportunidad de influir en la construcción de su país. Por tanto, no deben ser desaprovechadas. Llega el momento de la responsabilidad, del compromiso, del programa... Cada voto debe ser un contrato entre el/la ciudadano/a como sujeto social y sus representantes. Un contrato extenso, detallado, sin letra pequeña ni trampa; un contrato en firme, algo que poder denunciar si luego se incumple o se aparca. ¿Está mi pequeño país maduro para ello? Pienso que no, todavía no. Se valora poco cada voto porque se valora poco la aportación de cada individuo. En esto, la futura República, deberá reflexionar. Nuestro defecto (el defecto de nosotros, los vascos), radica en nuestra perdida individualidad (hubo entre nosotros hombres geniales: Unamuno, Zubiri, Oteiza, ... irrepetibles; primero hombres, después vascos), en nuestra tranquilidad de rebaño (a veces siento lo difícil que es para nosotros salir de la cuadrilla, del txoko... abrir nuestras puertas al aire fresco; vivimos cómodos entre los nuestros y - con ello - nos perdemos muchas cosas que ocurren fuera). Yo quiero un compromiso individual de nuestros partidos (de los hombres y mujeres que están en la primera línea de la acción política), un compromiso refrendado por escrito, firmado por todos/as, un compromiso que hable de modelo social, de sostenibilidad, de crecimiento, de modelo de país, de modelo de Estado, de política científica, de política cultural, de nuestra educación, de nuestra participación en los foros supraestatales..., en definitiva, de nuestra presencia y acción aquí y fuera de aquí.
En verdad no me agrada pero pienso que no voy a conseguirlo; otra vez me veo atado a un voto en blanco. ¿Quién quiere firmar un compromiso? Yo me apunto.
Comentarios
Publicar un comentario