Política. La decadencia de Roma.


Primero, pues, la avaricia; luego fue creciendo la ambición, y estos dos fueron como la masa y material de los demás vicios. Porque la avaricia echó por tierra la buena fe, la probidad y las demás virtudes; en lugar de las cuales introdujo la soberbia, la
crueldad, el desprecio de los dioses, el hacerlo todo venal. La ambición obligó a muchos a ser falsos, a tener una cosa reservada en el pecho y otra pronta en los labios, a pesar de las amistades y enemistades, no por el mérito, sino por el provecho, y, finalmente, a parecer buenos más que a serlo.

"La conjuración de Catilina", Cayo Salustio Crispo.

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