Otro camino (II)


Entender la crisis que estamos viviendo desde 2008 requiere unas buenas dosis de reflexión y una cabeza preclara. Empezó con un virus en el sistema financiero de los EE.UU. y se fue extendiendo y adquiriendo distintas facetas en los países de la Unión. En unos se reflejaba en su sector financiero con claridad. En otros, se notaba cómo las entidades se retraían y dejaban de suministrar liquidez a la economía productiva, provocando con ello un parón en la actividad. Así, la crisis financiera se convirtió en una crisis productiva y empezaron a incrementarse las listas de desempleados adquiriendo tintes dramáticos en países como España, un país con un modelo productivo muy focalizado en la construcción. Los Estados actuaron como cabía esperar, con medidas anticiclo abriendo sus arcas para frenar el desempleo, y así se entró en una espiral deficitaria y con ello la crisis finaciera pasó a ser una crisis de deuda soberana. Se preparó la tormenta perfecta y en ella seguimos. ¿Qué camino se ha tomado para detenerla? En primer lugar, recuperar el crédito país, es decir, reducir su déficit. Con ello, la economía productiva se ve vacía de incentivos y no encuentra ninguna razón para impulsar un crecimiento: la demanda interna se retrae (el primer comprador, el Estado, las Administraciones, no puede comprar; y si esto es malo, lo peor es que no paga o lo hace tarde; y las familias y empresas endeudadas buscan oxígeno en las entidades financieras, que hacen lo imposible por no exponer sus activos, es decir, por evitar en lo posible que se mueva el dinero, dinero que les cuesta adquirir en el mercado bancario; y los bancos centrales de la UE, UK, EE.UU. venga a inyectar dinero para incentivar el crédito...). No se ve la salida. Salvar el déficit implicará - al menos en España - mayores tasas de desempleo, y de algún lugar hay que sacar el dinero para que las familias sin persona alguna trabajando tengan un mínimo para sobrevivir. El margen de maniobra es mínimo, al menos con el camino emprendido. ¿Por qué tanto esfuerzo por rescatar al sector financiero?¿Se podría haber llevado ese capital de forma directa a la economía real, es decir, no a la financiera sino a la productiva, a la creadora de empleo? La respuesta no es fácil. La suerte me ha llevado a un ensayo de Bertrand Russell titulado "El Midas moderno", ensayo escrito en 1932, pero de una lucidez tal que parece describir las causas radicales del escenario en el que nos encontramos. El copyright impide entresacar textos del mismo. Son únicamente 11 páginas. Animo a las personas que quieran pensar en otras vías para salir de la crisis actual a sumergirse en su lectura y afrontar una reflexión serena. En el mundo después del crack del 29 había otras posibilidades, ¿por qué no ahora? La solución para la crisis actual se planteó en 1932.

Colección Premios Nobel, "Elogio de la ociosidad y otros ensayos". Bertrand Russell. Edhasa, 2000.

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